Niños con mascarilla en una clase en Alemania
La pandemia del nuevo coronavirus originado en la ciudad china de Wuhan ha dejado en Alemania en las últimas 24 horas 534 nuevos casos y siete muertos, frente a los 351 contagios y los tres decesos del día anterior, lo que eleva el total a más de 200.000 personas contagiadas y más de 9.000 víctimas mortales, según el balance ofrecido este jueves por el Instituto Robert Koch (RKI), la agencia gubernamental encargada de hacer seguimiento de la pandemia.
En las últimas 24 horas el país ha sumado 534 casos para un total de 200.260, así como otros siete decesos, que elevan la cifra de fallecidos a 9.078. La cifra de personas recuperadas asciende a más de 186.400, tras registrar unas 500 altas en las últimas 24 horas.
El miércoles, las autoridades alemanas autorizaron la reapertura de la planta de procesamiento de carne de Tönnies tras el cierre obligado por el brote de coronavirus detectado entre sus trabajadores en el mes de junio.
El brote comenzó en el matadero que la empresa cárnica Tönnies tiene en la ciudad de Rheda-Wiedenbrück, en la circunscripción de Gütersloh, pero pronto se extendió a la planta de envasado y llegó a contagiar a 1.400 personas, obligando al cierre de las instalaciones y a confinar la localidad entera, con unos 7.000 habitantes.
Tras varias inspecciones, finalmente este miércoles las autoridades de Rheda-Wiedenbrück han dado luz verde a la reapertura a partir del viernes, por lo que la empresa podrá volver a admitir ganado e ir aumentando gradualmente la producción, pero aún no podrá efectuar el despiece, un permiso que queda pendiente de nuevas inspecciones. El de Gütersloh fue el primer gran brote de coronavirus en Alemania tras el inicio de la desescalada.
En este contexto, el ministro de Salud, Jens Spahn, reclamó este lunes a los alemanes que no bajen la guardia. «El peligro de una segunda ola es real», afirmó en una comparecencia junto al presidente del RKI, Lothar Wieler.
Spahn no ocultó su preocupación ante la llegada de las vacaciones de verano, un momento especialmente propicio para relajar las medidas preventivas, por lo que insistió en la necesidad de seguir manteniendo la distancia social y el uso de la mascarilla, entre otras.
El ministro también expresó su preocupación por la situación en la isla de Mallorca, donde cientos de turistas generaron indignación por las concentraciones en locales y en la calle. Así, en la zona de Punta Ballena, en Calvià, los turistas seguían congregados pasadas las 2.00 horas del viernes, cuando está establecido el cierre de los locales de ocio.
«Debemos tener mucho cuidado de que el Ballermann no se convierta en un segundo Ischgl», indicó, haciendo alusión a un famoso bar alemán en Mallorca y a la estación austriaca de esquí de Ischgl, donde numerosos turistas alemanes contrajeron el virus el pasado mes de marzo.
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