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60 años asistiendo al Oktoberfest de Múnich sin faltar ni un solo día

Cuando culmine la actual edición del famoso Oktoberfest de Múnich, el alemán Günter Werner habrá pasado casi 1.000 días sentado en la mesa número 180 de la mayor fiesta de la cerveza del mundo.

«Nunca falté ni un solo día», señala a dpa este bávaro de 76 años, que tenía 16 cuando asistió por primera vez a la tradicional celebración.

Cada otoño boreal, la fiesta de la cerveza abre sus puertas durante dos semanas. Este año comenzó el sábado pasado y culminará el 6 de octubre. La edición anterior atrajo a más de seis millones de visitantes.

Werner tiene un lugar fijo en la citada mesa de la tienda del tabernero Christian Schottenhamel, que le reserva el sitio cada año de manera automática.

«Él tiene su lugar, nunca necesita llamar de antemano», comenta Schottenhamel. A cambio, Werner le lleva varias veces al año especialidades bávaras, como por ejemplo jamón del sur del Tirol y unas típicas tartaletas dulces.

A finales de la década de 1980, Werner hasta tenía un teléfono propio en un lugar próximo a su mesa. En esa época trabajaba en una empresa de sanitarios y se reunía allí con sus clientes, en un ambiente donde el flujo de cerveza favorecía los negocios.

«Eso duró unos cinco o seis años, después vinieron los móviles», recuerda Werner.

El veterano aficionado reconoce estar algo nervioso en vísperas de su sexagésimo aniversario en el Oktoberfest.

Para asistir a la ceremonia de inauguración, este año Werner se puso los tradicionales pantalones cortos de cuero de su padre, que le quedaban un poco holgados. También llevó su sombrero a un artesano para que lo ornamentara con nuevas plumas de faisán y racimos frescos de lúpulo.

En el primer día de la fiesta, Werner bebió algo más de ocho «Mass», el tradicional jarro de un litro. «No fue tanto», valora. Al fin y al cabo, tiene 60 años de experiencia.

Si hay algo que no le gusta en su mesa es cuando la gente se sube encima de los bancos y comienza a balancearse para festejar. Werner dice que así no es posible conversar. Además, el movimiento hace que la cerveza se derrame sobre quienes están sentados.

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60 años asistiendo al Oktoberfest de Múnich sin faltar ni un solo día

dpa

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