Portugal, sin “saudade” de Salazar

Revolución de los Claveles

Portugal, sin “saudade” de Salazar

A pesar de las dificultades muy pocos portugueses, si es que hay alguno, recuerdan con nostalgia la dictadura salazarista, la más larga y probablemente la más anacrónica. Durante unas horas al menos los portugueses olvidarán hoy la angustia que les está deparando la crisis para celebrar con música y la alegría recobrada en aquella fecha los cuarenta años del 25 de Abril, el día de 1974 en que un golpe de Estado acabó con casi medio siglo de la dictadura impuesta por Oliveira Salazar y continuada por su sucesor, Marcelo Caetano. Aquel acontecimiento, que en doce horas cambio el rumbo del país y de seis colonias que enseguida se convertirían por fin en estados independientes, es desde entonces una fiesta que el pueblo conmemora con los dos símbolos que lo perpetúan: los claveles rojos que tras la victoria mostraban en señal de paz los soldados en las bocachas de los fusiles y la canción “Grándola Vila Morena” que desafiando a la censura que la tenía prohibida, sirvió de contraseña a través de las ondas para que los oficiales conjurados pusieran en marcha, ya sin vuelta atrás, el operativo que tenían preparado para doblegar al régimen.

Portugal cuarenta años después atraviesa por una etapa difícil derivada de la crisis económica y de las duras condiciones impuestas por la Troika para hacerle frente. Pero a pesar de las dificultades muy pocos portugueses, si es que hay alguno, recuerdan con nostalgia la dictadura salazarista, la más larga y probablemente la más anacrónica en sus planteamientos de cuantas se mantuvieron y surgieron en el mundo occidental tras la etapa de los fascismos que en la década de los años cuarenta sumieron a Europa en la Segunda Guerra Mundial. Fue una dictadura implacable, apoyada en el puritanismo de su máximo líder, agravada por las guerras para conservar su imperio colonial, el último que resistió en Africa, y el sadismo con que reprimía cualquier intento de ejercer la libertad la tristemente célebre PIDE, la policía política que mantenía a la población sometida a un espionaje y hostilidad permanentes.

Aquel 25 de Abril que la gente celebró en las calles con una explosión de euforia como nadie recordaba, Portugal inició una etapa democrática no exenta de problemas y de momentos delicados, pero enseguida merecedora de los sacrificios que los portugueses tuvieron que afrontar. Hoy, además de libertad y un sistema democrático que proporciona estabilidad, Portugal lejos de ser el apestado de la comunidad internacional que era entonces, se ha convertido en el contexto mundial en un país respetado, que colabora ejemplarmente con el mantenimiento de la paz donde la ONU lo reclama, que cada vez atrae a más visitantes y que como miembro activo de la Unión Europea, una condición que más que un sueño era una utopía para los portugueses durante el salazarismo, tiene ahora al frente de su principal organismo de Gobierno, la Comisión, a uno de sus líderes, el antiguo primer ministro Durâo Barroso.

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