Ciudadanos, decidido a impedir que Podemos ‘toque’ poder

Detrás de la cortina

Ciudadanos, decidido a impedir que Podemos ‘toque’ poder

Albert Rivera rechaza cualquier opción que incluya un acuerdo de gobierno con el partido de Pablo Iglesias No hace demasiado tiempo, pero ya es historia. Y quizá convendría no olvidarlo. Poco después de que Podemos protagonizará su espectacular irrupción en escena tras las últimas elecciones europeas, cuando parecía que el partido de Pablo Iglesias se dirigía casi inevitablemente hacia la toma del poder, desde algunos sectores se hablaba de la necesidad de que surgiera un ‘podemos’ de derechas. Vista la imposibilidad del PP de garantizar un futuro mínimamente estable para los sectores a los que siempre ha representado, hubo quien se puso manos a la obra. Quien intentó forzar una coalición entre UPyD y el ‘pequeño’ partido catalán, llamado Ciudadanos, que lideraba un prometedor Albert Rivera.

Ya saben lo que pasó, el empecinamiento de una Rosa Díez que se tomó demasiado en serio la regeneración democrática y la lucha contra la corrupción terminó con su carrera política y con la prometedora formación política magenta que había fundado y liderado con éxito hasta entonces. Ella no quiso pactar con Rivera y, simplemente, fue apartada del terreno de juego. La operación de forjar un partido bisagra no nacionalista que asegurara la continuidad de un bipartidismo reformado siguió adelante y el político catalán y su partido naranja fue ganando terreno hasta frenar, o casi, el ascenso meteórico de los ‘podemitas’.

Es verdad también que contó con grandes apoyos en la tarea. Por ejemplo, con las brigadas mediáticas conservadoras dispuestas a fajarse a fondo para cuestionar las supuestas virtudes de los líderes morados. Incluso con la beligerancia de periódicos como ‘El País’, teóricamente progresistas, que también se sumaron a la campaña. Unos movimientos que, por cierto, todavía siguen ahí como demuestran las recientes palabras de Juan Luis Cebrián, el presidente del grupo Prisa, la empresa editora de este periódico, que por enésima vez ha calificado también esta semana de auténtica catástrofe para España la posibilidad de que los morados lleguen al poder.

Pero eso no le resta mérito alguno a Rivera que ha sabido moverse bien en todo momento y ha superado unas cuantas dificultades por el camino. Como tampoco cuenta en su contra, la inestimable ayuda que ha recibido en unas cuantas ocasiones clave de su ‘archienemigo’ Pablo Iglesias que con mucha frecuencia se ha complicado el partido por cometer errores innecesarios y pasarse de frenada. Puede decirse, por lo tanto, que hasta el momento el joven político catalán ha cumplido bastante bien su cometido, aunque en alguna ocasión ha minusvalorado la capacidad de reacción de los ‘podemitas’ y también lo ha pagado caro.

Le paso, sin ir más lejos, en el debate electoral a cuatro previo a las elecciones del 20D, donde Iglesias realizó una gran actuación que le permitió convertirse en el triunfador de la noche y quizá también darle la vuelta a unas encuestas que apuntaban nubarrones más que negros sobre el posible futuro de Podemos. Al final los morados superaron a los naranjas en votos y escaños y Rivera tuvo que cargar con la frustración de ser una bisagra inservible, porque la suma de sus diputados con los conseguidos por PP o PSOE no permitía formar una mayoría parlamentaria suficiente para asegurar la estabilidad de un nuevo Gobierno. Un verdadero chasco para el mismo y para todos aquellos que habían dado por seguro que eso no iba a pasar en ningún caso.

Pero supo rehacerse del batacazo con rapidez. Rivera se mantuvo firme en el rechazo de cualquier posible pacto con los populares que supusiera la continuidad de Rajoy y, además, no tuvo reparos en negociar un acuerdo de gobierno con el PSOE y apoyar el intento del líder socialista Pedro Sánchez de ser investido presidente del Gobierno. Su coraje le colocó de nuevo en el centro del escenario, mientras Podemos parecía iniciar el camino hacia su división y hundimiento irremediables, con un Iglesias de nuevo perdido en una nube de retórica innecesaria y, aparentemente, enfrentado con su número dos Iñigo Errejón contra quien dirigió un inesperado golpe de mano que se saldó con fulgurantes cambios en la cúpula del partido.

Sin embargo, en esta vertiginosa época que vivimos nada puede darse por hecho en ningún caso. Y, una vez más, los ‘podemitas’ han vuelto a demostrar que son un hueso más duro de roer de lo que a algunos les gustaría. La decisión de Iglesias de escenificar la disposición de su partido de ir a una negociación con los socialistas en la que estarían dispuestos a ceder en algunos asuntos clave e ignorar viejas líneas rojas, junto a su renuncia a formar parte de ese posible Ejecutivo resultante del eventual pacto, supone un cambio de calado que vuelve a agitar el panorama. Iglesias sabe que ahora Pedro Sánchez va a tener muchos problemas para explicar a las bases de su partido, más socialistas siempre que la dirección, que no está dispuesto a apoyar la formación de una mayoría parlamentaria progresista.

Incluso Ciudadanos va a empezar a tener problemas. O por lo menos se va a ver obligado a quitarse una vez más la careta socialdemócrata que había intentado ponerse. En las últimas declaraciones públicas de los líderes naranjas, incluido Rivera, por supuesto, ya se rechaza sin ambages cualquier posible acuerdo con Podemos sin necesidad de dar explicaciones sobre los motivos por los que se rechaza tal pacto.

Simplemente no se puede estar con los morados, porque no forman parte de ese bloque constitucional favorable al mantenimiento de la unidad de España y al cumplimiento de las férreas condiciones que Bruselas impone. Pero eso se dice como si se expresara un axioma o un dogma de fe sin atenerse a las reiteradas declaraciones del equipo contrario en las que los líderes ‘podemitas’ niegan ambos supuestos con auténtica firmeza.

Llegados a este punto, no nos queda más remedio que volver al principio. Un origen que el propio Rivera se ha encargado de recordarnos a todos varias veces en los últimos días con su insistencia en asegurar en todas partes que “PP y PSOE deben admitir cuanto antes que se necesitan”. Una afirmación que supone de hecho aceptar en público la verdadera misión que siempre ha tenido Ciudadanos. Impedir que Podemos llegue a tocar poder. Sólo eso. De ahí que, al menos hasta ahora, los naranjas ni siquiera se hayan planteado la posibilidad de sumarse a los morados y los socialistas en la Comunidad de Madrid para desalojar al PP del poder.

Ni siquiera ahora cuando, según algunos medios, parece confirmado que los largos tentáculos de la trama Púnica también han llegado a manchar el supuestamente limpio gabinete que había logrado formar en esta autonomía, Cristina Cifuentes, la nueva líder de los populares madrileños. Eso, por si alguien tenía alguna duda del papel que le corresponde jugar al partido naranja en la política española puesto que, como decíamos antes, ese es el único motivo por el que consiguió en tan poco tiempo los apoyos decisivos con los que ha contado para llegar a dónde ha llegado.

Así que será mejor que nadie se llame a engaño. Sólo si se produjera una catástrofe política inesperada Rivera admitiría que no le queda más remedio que entenderse con Iglesias. Y eso es algo que, de momento, ningún analista parece esperar. Hay quién empieza a apostar ahora por la posibilidad de que el vértigo y el miedo que parece haberse instalado en PSOE y Podemos, los partidos que en teoría tendrían más que perder si se repiten las elecciones, pueda propiciar un acuerdo inesperado.

Y tal vez sea cierto. O tal vez no. Pero lo que parece indiscutible es que Ciudadanos hará todo lo posible por evitarlo. Al fin y al cabo, si ese pacto ‘progresista’ llegará a producirse, entonces sí que sería cierto que el prometedor político catalán habría sido incapaz de cumplir la misión que le encomendaron. Y su propia supervivencia podría estar en peligro. O eso me parece a mí.

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