El mal perder de Esperanza Aguirre

Detrás de la cortina

El mal perder de Esperanza Aguirre

La ‘jefa’ del PP madrileño es incapaz de asimilar la derrota que cosechó en las últimas elecciones municipales Es un clásico. Cada vez que el PP pierde unas elecciones su reacción consiste en descalificar al rival. Poner en duda la limpieza de la victoria obtenida e inventar teorías ‘conspirativas’ que ligan a los partidos y los líderes a organizaciones terroristas o difusas internacionales que buscarían acabar con la democracia en el mundo e imponer de nuevo en todas partes el viejo comunismo autoritario.

Poco importa que esta legión de ‘perroflautas’ y grupos ‘antisistema’ hayan cumplido todos los requisitos legales y las exigencias marcadas por el sistema jurídico y ganado limpiamente su derecho a gobernar los ayuntamientos de cuatro de las cinco ciudades más pobladas de España. Esa es una circunstancia pueril.

Nada que no pueda desmontarse con una buena campaña de acoso y derribo, articulada, como ya es costumbre, a través de acusaciones sin pruebas, reiteradas una y otra vez, mentiras, medias verdades, insultos y demás armamento retórico disponible en el viejo manual propagandístico que escribió un tal Paul Joseph Goebbels. Aquel gran teórico de la guerra psicológica que triunfó en Alemania durante los últimos años de la primera mitad del siglo XX.

Y nadie como la actual presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, antigua mandataria de la comunidad autónoma y responsable del periodo más oscuro y de los gobiernos con más altos cargos sospechosos de corrupción de la historia de esta región, para ponerse al frente de una campaña de esta clase. Su ancestral cara dura y su conocido desparpajo convierten a la gran maestra del populismo castizo en la interprete ideal para este tipo de partituras.

Ya empezó a desplegar sus habilidades en la última campaña electoral en la que intentó a toda costa desacreditar a su rival, y ahora alcaldesa de la capital de España, Manuela Carmena con un juego sucio de libro que, visto lo visto, no le sirvió de mucho. Y, por supuesto, ha continuado con el ‘raca-raca’ en sus primeras horas alejada del poder.

Ya conocen el estilo. Anunciar el apocalipsis que se nos viene encima, acusar a los socialistas de haber permitido la irrupción en las instituciones de las hordas antidemocráticas y pedir la dimisión de un concejal recién llegado que hace un lustro, cuando era un ciudadano corriente y moliente, hizo unos cuantos chistes malos en ‘Twitter’, ciertamente de mal gusto y muy desafortunados.

Que el fulano en cuestión se haya disculpado casi hasta la humillación personal por aquello, no importa nada. Con este asunto, Aguirre ha encontrado un filón. Es justo lo que necesitaba para seguir alimentado al monstruo, por el momento. Y, no lo duden, cuando el asunto pierda fuelle ella, y el equipo de finos estilistas que suelen ejercer de asesores y autores intelectuales de los eslóganes que la expresidenta madrileña repite con tanto placer, ya encontrarán otros chivos expiatorios y otros estribillos parecidos a los actuales.

¿Recuerdan cómo enfoco doña Esperanza su fallida campaña electoral? Ya saben, ella se limita a leer lo que ‘pone en los periódicos’. Algo que, por supuesto, no es delito. Así que primero pudo afirmar que Manuela no era una juez ‘pata negra’ porque no había ganado su plaza en una oposición. Luego que como magistrada era ‘blanda’ y que un buen montón de etarras se habían beneficiado de la particular forma con la que Carmena ejercía su función de administrar la justicia. Luego llegaron los ‘oscuros’ negocios del marido de su rival y así…

De modo que más nos vale estar preparados para lo que se nos viene encima. Con una particularidad que va a complicar más el panorama político próximo. Esas elecciones generales que deben tener lugar antes de que acabe este agitado 2015 que vivimos y cuya fecha exacta sólo conoce, de momento, ese presidente del Gobierno llamado Mariano Rajoy, tan poco dispuesto a compartir sus secretos con nadie.

Obviamente en este contexto preelectoral en que nos movemos, Manuela Carmena, y también Ada Colau, la nueva alcaldesa de Barcelona, son los principales objetivos a batir por las hordas conservadoras que, como hemos dicho antes, apenas han tardado unas horas en iniciar, o mejor dicho continuar, con su estrategia y lanzarse al ataque.

Sin que ninguna de las dos haya podido, por una simple cuestión de tiempo, empezar a gobernar, sus políticas ya han sido tachadas de generadoras de todos los males imaginables y alguno más de nueva creación. Se trata, además, de un rentable ‘dos por uno’, porque estas descalificaciones pueden extenderse también al PSOE, el tradicional enemigo, que ha cometido la ‘deslealtad’ y la imprudencia de entregar estas grandes ciudades a los izquierdistas radicales que pretenden destruir España.

Al final, esos viejos y enconados rivales que se llaman Mariano y Esperanza, son mucho más amigos de lo que algunos medios de comunicación y unos cuantos tertulianos nos quieren hacer creer. Y, aunque no lo fueran, daría lo mismo porque comparten intereses comunes.

Uno de ellos, que ahora es el más importante, por supuesto, es impedir la regeneración democrática y la renovación de su partido, como fórmula para salvar el pellejo. Ni al uno, ni a la otra les importa, en realidad, lo que pueda terminar sucediendo con el PP, que lleva perdidos ya más de cinco millones de votos desde 2011, si no aparece un nuevo timonel capaz de hacer cambiar el rumbo del partido.

De modo que ya lo saben. Vamos a vivir un periodo sucio, con la máquina de repartir inmundicias de los conservadores, funcionando a plena potencia, en la que los propagandistas del PP intentarán marcar cada día la agenda informativa con alguna nueva descalificación sacada de alguna cuestionable hemeroteca o de esas corrientes de agua, siempre llenas de peces, que fluyen por las redes sociales.

Más vale que nadie se deje engañar por estas maniobras de distracción y que los nuevos gestores que tomaron ayer posesión de sus cargos se concentren en su trabajo y demuestren, un día sí y otro también, que, tal y como sospechábamos había, y hay, otra forma de gobernar y, además, era, y es, bastante mejor para los intereses de la mayoría.

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