Sindicatos y políticos franceses se disputan el liderazgo de la protesta social

Francia

Sindicatos y políticos franceses se disputan el liderazgo de la protesta social

Nuit Debout

Un líder sindical, 56 diputados a la izquierda del PS e incluso un alcalde que pretende crear «un Podemos de derecha «aspiran a redefinir el espacio sociopolítico francés. La protesta social en Francia ha dado señales en esta última semana de recrudecerse. Más de 150.000 personas, según la policía, permanecen movilizadas en las calles, mientras se incrementan las muestras de destrucción material, las huelgas y los problemas de suministro.

En un hecho en cierta medida tan anecdótico como significativo, las televisiones que cubren el Grand Slam francés de tenis, el Roland Garros, llegaron a quedarse sin señal. Un hecho sin precedentes.

Una situación más preocupante aún para los amantes de la estabilidad si tenemos en cuenta que los paros y las huelgas amenazan con acentuarse aún más en junio, en pleno campeonato de la Eurocopa, que dará comienzo en menos de dos semanas. Y es que este mismo fin de semana, las protestas recibían la adhesión de los sindicatos agrarios como muestra de que el conflicto apunta a extenderse aún más en los próximos días.

Con todo, quizá lo más preocupante para la estabilidad del sistema, sea que hasta la fecha ningún líder político parece estar mostrándose capaz de canalizar el malestar por la vía institucional. Tanto así que es el dirigente del sindicato CGT, Philippe Martinez, quien se está haciendo con el principal protagonismo, una relevancia con la que probablemente nadie contaba cuando llegó al cargo hace poco más de un año.

Hijo de una santanderina y de un padre que combatió con las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil española, este sindicalista nacido en la no menos emblemática localidad de Suresnes, se ha convertido en una de las principales figuras de la oposición. Martínez se ha hecho notar gracias a acciones no exentas de riesgo como su presencia al frente de las barricadas que bloquean las refinerías o el boicot que impuso a la impresión y distribución de prensa el pasado 26 de mayo a aquellas cabeceras que se negaron a publicar uno de sus manifiestos sindicales. Todas las principales, menos L’Humanité.

Una serie de medidas que hacen que cuando el líder de la CGT advierte de que redoblará el combate si el Elíseo no se sienta a negociar, no deba ser tomada como una bravuconada. Así, el primer ministro francés, Manuel Valls, ya ha admitido la posibilidad de «cambios» en el proyecto de Ley; aunque sin modificar la nueva primacía de los convenios de empresa sobre los colectivos, quizá el aspecto más polémico de la misma.

Un aspecto en el que mantiene el apoyo del presidente francés François Hollande, mientras ambos acusan a la protesta de una radicalización «inaceptable». Así, las manifestaciones contra la reforma laboral, que dieron comienzo el pasado marzo, se están convirtiendo en el catalizador del profundo malestar de la sociedad francesa con su ‘establishment’ político y económico.

De esta forma, hasta siete de cada diez franceses se manifiestan en contra de una la reforma laboral que ven como un paso más hacia una mayor desigualdad y pérdida de derechos. Un movimiento de protesta que tiene mucho en común con los que hemos visto en los útimos años en Estados Unidos, Turquía, o sin ir más lejos en España, en demanda de una mayor democracia que estos grupos definen en sus reclamas como «real».

Este vínculo entre movimientos como los mencionados es además más tangible de lo que podría parecer a primera vista ya que el pasado 15 de mayo celebraron la organización conjunta de #GlobalDebout con más de 300 acciones a través del mundo en demanda de una «democracia real, justicia económica y sostenibilidad». Ejempos de éstas fueron una manifestación en Madrid, una asamblea general en México, ocupaciones a través de toda Italia o un acto de una orquesta en Bruselas.

Otro elemento en común es el desafío a aquellas narrativas que se amparan en el «realismo» para decirnos que una educación y sanidad de calidad y gratuíta están por encima de lo que nuestras sociedades se pueden permitir. En definitiva, una batalla por las ideas y por la disputa de lo que se define como posible en el ámbito de la política.

Por ello, no es extrañar que se hayan visto acompañadas de una crisis en los liderazgos tradicionales. Así, frente a nuevos liderazgos sociales como el que representa la emergencia de Martinez como referente, también en la izquierda política francesa se están dando algunos movimientos que intentan aprovechar esta crisis como ventana de oportunidad.

Ya, el pasado 11 de mayo, con motivo del recurso al artículo 49.2 de la Constitución, que permitió aprobar la Ley sin aval parlamentario; 56 diputados de todas las tendencias de la izquierda intentaron presentar una moción de censura que rivalizará con la presentada desde la derecha.

Y pese a que se quedaron a dos diputados de alcanzar el mínimo requerido de 58, es posible que estuviésemos ante el comienzo de un nuevo movimiento político. Así figuras como Cécile Duflot, Christian Paul, Benoît Hamon, Thomas Thevenoud o André Chassaigne se reunieron este viernes en la Asamblea Nacional para estudiar movimientos de futuro.

Como resultado más inmediato, ya han dirigido una carta a François Hollande en la que le piden que abandone las reformas «que generan inseguridad en el conjunto de las ciudadadanos, para optar por elecciones en materia de empleo y del Código de trabajo de acuerdo con la mayoría de izquierdas que existe tanto en Francia como en el Parlamento». Por ello reclaman medidas como mantener la preminencia de los convenios coletivos; el refuerzo del diálogo social, del papel de las organizaciones sindicales o la presencia de trabajadores en los consejos de administración de las empresas; una seguridad social profesional ambiciosa; el reparto del tiempo de trabajo; o nuevas medidas que garanticen la responsabilidad social y fiscal de las plataformas y otros actores económicos que obtienen grandes beneficios de las innovaciones tecnológicas.

Pero no sólo en el ámbito de la izquierda política se están produciendo estos movimientos. También desde la derecha existen figuras que han hecho la misma lectura de esta crisis como oportunidad para redefinir el espacio sociopolítico francés.

De esta forma, aunque es el Frente Nacional de Marine Le Pen quien ha obtenido hasta la fecha una indudable ventaja del malestar acumulado durante los últimos años entre la sociedad francesa; el ámbito derecho del tablero político galo está lejos de estar asentado. Así, el alcalde de Béziers, Robert Ménard, pese a que lo es precisamente con el apoyo de la formación de extrema derecha, acaba de anunciar que se dispone a lanzar su propio movimiento.

De hecho Ménard ha decidido definirse por contraposicion al FN y al presentar su iniciativa, lo hizo como «reaccionario, anti-estatista en materia económica y más moderado sobre cuestiones europas». El acalde de Béziers caracterizó además a su movimiento como «ciudadano y de la verdadera derecha. Un poco como Podemos, pero con las características de la derecha».

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