El ministro de Economía francés intenta apropiarse del 15-M galo

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El ministro de Economía francés intenta apropiarse del 15-M galo

Emmanuel Macron, ministro de Economía de Francia

Macron lanza “En Marche” con el apoyo de la elite empresarial gala, mientras trata de aprovechar el impulso de “Nuit debout”; pese al carácter anti-’stablishment‘ del movimiento que ocupa las plazas Tres de cada cuatro franceses manifestaban preocupación, o directamente enfado, con su sistema político según una encuesta del Instituto Elabe elaborada durante el pasado mes de febrero. Un malestar que, hasta la fecha, al igual que está sucediendo en muchos países de la Unión Europea, ha capitalizado la extrema derecha.

Sin embargo, algo ha comenzado a cambiar. Se conoce como “cisne negro” a aquellos eventos que cuando se producen generan una gran sorpresa e impacto, para a continuación ser racionalizados y explicados retrospectivamente. Y, en gran media, se podría hablar en dicho sentido de las manifestaciones que dieron comienzo hace un mes contra el proyecto de reforma laboral presentado por el Gobierno de Manuel Valls.

Pocos esperaban que esas protestas acabasen desembocando en cientos de miles de franceses reunidos en las plazas de sus ciudades discutiendo en asambleas con el propósito de ‘impugnarlo todo’. Se trata del movimiento conocido como “Nuit debout”, que muchos han definido ya como un 15-M francés. O su segundo mayo del 68.

Esta comparación, no obstante, debe ser pillada con alfileres, como ha señalado Amador Fernández Savater esta misma semana en un debate en París con simpatizantes del partido a quien se le ha atribuido la mejor representación del 15-M. Según el investigador y activista, pese a que en “Nuit debout” están presentes referencias constantes, incluso gestuales, a los ‘indignados’ que tomaron las plazas en España hace ya 5 años: “la política siempre es invención; nunca una repetición de un mismo modelo. Siempre es una creación en situación”.

Quizá quien, al menos entre el ‘establishment’ político galo ha demostrado ser más consciente de ello ha sido su brillante ministro de economía, Emmanuel Macron, al anunciar el pasado 6 de abril la creación de un “movimiento político nuevo” al que ha denominado “En marcha”. Una iniciativa que el joven tecnócrata ha ubicado adivinen dónde. Pues sí, resulta que “ni a la derecha, ni a la izquierda”.

Macron ha intentado así apropiarse de una aparente ‘transversalidad’ tan en sintonía con el ‘zeitgeist’, ese espíritu de los tiempos que se está poniendo de manifiesto en cada vez mayor número de ciudades francesas. Si como decíamos, el clima intelectual y cultural presente en las plazas es el de impugnación a las élites, la iniciativa del ministro de economía francés intenta representar ese espacio en una operación no carente de un cierto cinismo político.

El acto de presentación de “En Marcha” fue apoyado logísticamente por el Instituto Montaigne, un “think tank” próximo a la patronal francesa que ha contado entre sus miembros, por ejemplo, con la exministra de Exteriores española Ana de Palacio. Incluso nada menos que Pierre Gattaz, el presidente del Mouvement des entreprises de France (Medef), la principal organización de empresas del país galo, ha definido la iniciativa como “refrescante”.

Antes de entrar en el Gobierno, el propio Macron trabajo para la banca Rotschild y estuvo al frente de la adquisición de la división de comida para bebés de Nestlé por parte de Pfizer; una operación valorada en 9.000 millones de dólares. Es decir, a priori, no estamos ante las mejores credenciales para venir a representar un movimiento que ha surgido para posicionarse frente a las elites.

Pero después de todo, estamos ante un hombre que, hasta la fecha, ha parecido conseguir casi todo lo que se ha propuesto en la vida. Ahora, pese a no contar con redes locales, ni con una organización política que lo apoye, el plan de Macron es utilizar las redes sociales para aprovechar el malestar generalizado y generar un nuevo movimiento que sobrepase a las estructuras tradicionales.

Quizá, como ha señalado la secretaria de Estado a cargo de las Personas Mayores, Pascale Boistard, “después de que todo París le haya dicho que era el futuro Kennedy, Macron ha terminado por creérselo”. Aunque también hay una gran lógica en este movimiento y no es otra que la de aprovechar ese cansancio con la política tradicional para traer al primer plano el consenso entre ‘gaullistas’ y socialdemócratas bajo formas renovadas.

También, más allá del consenso en materia económica del ‘establishment’ político galo, frente a, por ejemplo, el “republicanismo intransigente” que ha representado el jefe de Gobierno Manuel Valls; Macron vendría a sintonizar mejor con otra parte de las demandas de los ‘indignados’ franceses. Reclamaciones como el respeto a la diversidad cultural y religiosa o el respeto a las libertadas civiles estarían mejor encarnadas por el ministro de economía francés que por su jefe de Gobienro.

Aún así, el profesor de política europea Philippe Marlière señalaba en un artículo en el periódico Regards que el movimiento puesto en marcha por “Nuit debout” será irrecuperable por los ‘políticos profesionales’. Incluso por los que él define como “gestores de la insumisión o del radicalismo regulado”.

Al igual que sucedió en España en 2011, estaríamos ante un desplazamiento de placas tectónicas con consecuencias de más largo alcance en lo político e institucional. ??Según Marlière, la izquierda política gala está, de esta forma, ante “una oportunidad única de afontar su propia revolución, de renovar sus ideas y sus formas de hacer política y afrontar una recomposición tan necesaria como inevitable”. Una idea con la que parece coincidir Amador Fernández Savater cuando en la conferencia que hemos señalado anteriormente, apuntó a otro de los aspectos en común entre el 15-M y “Nuit debout” como es el de «tratarse de movimientos que desbordan a los profesionales de la política, incluidos los militantes y activistas».

Estaríamos así ante tiempos en los que “cualquiera ha comenzado a preguntarse por la vida en común y a desbordar a todos los que ya saben lo que hay que hacer”. Algo que, como indica el activista, “tiene que ver también con un incluir a los que faltan, ya que la política no se hace sólo con los que ya estamos aquí”.

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