La fiebre de los tipos negativos deja nuevas posibilidades sobre la mesa de la Reserva Federal

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La fiebre de los tipos negativos deja nuevas posibilidades sobre la mesa de la Reserva Federal

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El miedo a nuevos colapsos financieros provoca que las probabilidades de que la Fed se decante por tipos de interés negativos de cara a finales de 2017 se disparen hasta un 13%. La apuesta por tipos de interés negativos de bancos centrales de todo el globo permite que la Reserva Federal estadounidense se replantee nuevas formas de abordar la política monetaria. Los analistas sopesan el aumento de probabilidades de que la Fed vuelva a subir los tipos después de que entidades centrales, como el Banco de Japón o el BCE, se hayan decantado por tipos negativos con vistas garantizar el crecimiento y la inflación.

Todo apunta a que los miedos ante una posible crisis obligarán a la Reserva Federal a dejar los tipos de interés norteamericanos por debajo de cero en un momento aún por determinar. Así lo afirman expertos de Bank of America y JPMorgan Chase: se trataría de un paso más allá para evitar el colapso, a pesar de que la Fed neoyorquina ya avisó en 2012 de que unos tipos negativos podrían minar la confianza de los ciudadanos, que dejarían de depositar dinero en los bancos. Tal escenario, como es evidente, debilitaría el sistema financiero del país.

Los estrategas de Bank of America insisten en que esas preocupaciones aún no se han disipado por completo, pero indican que han disminuido. La clave se encuentra en que la Reserva Federal se ha percatado de que la fórmula ha tenido éxito en otros países, y es consciente de que unos tipos negativos no desencadenarán necesariamente impactos negativos en los mercados.

De momento, y de acuerdo a Bloomberg, la probabilidad de que las tasas de Estados Unidos queden por debajo de cero a finales de 2017 ha aumentado aproximadamente un 13%.

Las reticencias se quedan en la falta de experiencia: se trata de un territorio inexplorado para la Reserva Federal, si bien sus autoridades ya han reconocido en repetidas ocasiones que las tasas negativas son una posibilidad, aunque no en el corto plazo. La presienta de la Reserva Federal, Janet Yellen, por su parte, ya mencionó en septiembre, en plena expectación ante una posible subida de tipos, que las tasas negativas no eran una prioridad para la política monetaria estadounidense, pero confirmó que la Fed valoraría esa posibilidad si se considerara necesaria.

Lo cierto es que unos tipos negativos también tendrían consecuencias a nivel político: las tasas negativas tienen especiales efectos en los tipos de cambio, y un dólar más débil podría poner en jaque a la exportación extranjera.

De momento, los últimos datos de empleo han dado un respiro a la Reserva Federal, que sigue insistiendo en que aún no hay indicios para confirmar que una nueva recesión esté despertando. Ahora bien, estalle una nueva crisis o no, los bancos centrales de todo el globo han mostrado a Estados Unidos que otras estrategias para defenderse del colapso son posibles.

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