ABN Amro se une al club de bancos que se venden con pérdidas para los contribuyentes

Holanda

ABN Amro se une al club de bancos que se venden con pérdidas para los contribuyentes

Sede de ABN Amro

El Estado holandés perderá 5.000 millones si completa la venta de ABN Amro al precio actual. Siete años después de su rescate, el estado holandés ha iniciado la privatización de ABN Amro con la colocación en Bolsa del primer paquete de la entidad. Aunque la ‘re-salida’ a Bolsa de ABN promete ser una de las operaciones del año en el sector, para los las arcas holandesas no será tan positiva, ya que a los precios actuales los contribuyentes perderían casi 5.000 millones si se privatizase del todo el banco, un fenómeno que no es una excepción: también el Tesoro británico se ha resignado a perder dinero con la privatización de RBS, mientras en España el Gobierno ha vendido a pérdidas entidades como Novagalicia o CatalunyaCaixa, y cruza los dedos para que la cotización de Bankia recupere niveles más atractivos.

ABN Amro, que tuvo que ser nacionalizado en 2008 mediante una inyección de 21.660 millones de euros, ha vendido un 20% de su capital, ampliable al 23% en caso de exceso de demanda, lo que ha permitido captar 3.300 millones de euros al precio de 17,75 euros por acción sin tener en cuenta el porcentaje adicional previsto en caso de sobresuscripción de la oferta.

En caso de ejecutarse este tramo por sobresuscripción, el Gobierno holandés pasará a controlar a través de NLFI, el vehículo similar al FROB español que gestiona los intereses del Estado, un 77% de las acciones de la entidad. A los precios actuales, una desinversión completa del Estado en la entidad supondría una pérdida de unos 5.000 millones de euros para las arcas públicas.

Algo similar ha ocurrido con el Royal Bank of Scotland (RBS), en el que el Tesoro británico finalmente se ha resignado a perder dinero y ha iniciado su privatización. El Ejecutivo del laborista Gordon Brown inyectó 45.500 millones de libras (61.000 millones de euros) en la entidad para hacerse con el 79% de las acciones y evitar su colapso en 2008.

El precio que pagó por estos títulos alcanzó los 500 peniques por cada uno, pero siete años después no ha tenido más remedio que vender a un precio sensiblemente más bajo, 330 peniques que suponen un descuento del 33%. La operación, realizada el pasado verano, ha dejado la participación del Gobierno británico en el 73,2%, con la esperanza de que futuras desinversiones puedan ser más ventajosas.

FROB

Pero no hay que irse tan lejos para ver ventas con pérdidas. En España están los casos de Novagalicia y CatalunyaCaixa, vendidas por 1.000 y 1.187 millones a Banesco y BBVA, respectivamente, cuando sus rescates costaron 9.052 millones la entidad gallega y 12.052 la catalana. La diferencia es que el FROB no tardó tanto como sus homólogos europeos en decidirse a vender, sino que más bien aceleró las operaciones ante el temor del mercado de que postergar la operación sólo sirviese para que las entidades se devaluasen aún más.

No obstante, la operación con muchas más similitudes a ABN y RBS es la de Bankia. El Estado inició la privatización de Bankia, de la que controla actualmente un 63% a través de BFA (controlado a su vez al 100% por el FROB), en febrero de 2014. En ese momento, se desprendió de una participación del 7,5% del banco por unos 1.304 millones de euros. La venta se realizó a un precio de 1,51 euros, que suponía una rentabilidad del 12% respecto a la última inyección de capital a 1,35 euros. No obstante, la venta del total de la participación del Estado al precio anunciado entonces supondría unas pérdidas para los contribuyentes de unos 10.500 millones de euros, un 47% de las ayudas totales.

La razón es que la inyección total del Estado en Bankia, tanto con fondos propios como con los recibidos de Bruselas a través del fondo de rescate MEDE, ascendió a un montante total de 22.424 millones de euros. De éstos, 4.465 millones procedieron de la primera oleada de ayudas del FROB. De los 17.959 millones europeos restantes, sólo 10.700 millones se convirtieron en acciones de la cotizada, mientras que el resto del dinero se destinó a saneamientos del balance.

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