‘Boyhood (Momentos de una vida)’, una película de Richard Linklater

La butaca

‘Boyhood (Momentos de una vida)’, una película de Richard Linklater

Boyhood (Momentos de una vida) una película de Richard Linklater

El experimento, sin precedentes, le ha llevado al realizador estadounidense más de una década. François Truffaut nos mostró la vida de Antoine Doinel (interpretado siempre por Jean-Pierre Léaud) a lo largo de su filmografía. Al joven francés le vimos convertirse en adulto a través de varias películas del aplaudido cineasta, como ‘Los 400 golpes’ o ‘Besos robados’. Pero Richard Linklater, el director de la trilogía ‘Antes del…’, ha querido ir más allá y reflejar el paso de la infancia al comienzo de la madurez de un mismo personaje y de un mismo actor en una única cinta.

El experimento, sin precedentes, le ha llevado al realizador estadounidense más de una década. Doce años en los que ha incubado una película única, sencilla y emocionante sin artificios ni añadidos: ‘Boyhood’.

El Antoine Doinel de Linklater es Mason (Ellar Coltrane), al que conocemos con seis años y abandonamos con dieciocho. Experimentamos junto a él sus mudanzas, sus cambios de colegio y de amigos, su primer amor o su primera desilusión. Momentos de una vida corriente que, sin embargo, dan lugar a una película sorprendente.

Y es que, aunque en la cinta no hay una trama o unos giros de guión complejos (muchos dirán que «no cuenta nada»), en su conjunto consigue atrapar y emocionar, gracias a una naturalidad que hace difícil no identificarse con alguna de las escenas del film. El realismo de algunos de sus pasajes le otorga una gran capacidad para generar la empatía del espectador.

Además de su condición de proyecto cinematográfico nunca visto, es su sencillez, su esfuerzo por mantenerse fiel, por ser un retrato sin condimentos de la infancia y de la vida lo que hace destacar al film. En un principio, asistimos cautos e incluso algo reticentes a este viaje vital, pero al final nos dejamos llevar más y más por Mason y su familia.

En este trayecto en el que el pequeño crece y va definiendo su personalidad, también pasa el tiempo para su hermana (Lorelei Linklater, la hija del director) y sus padres (Patricia Arquette y Ethan Hawke). No se reflejan solamente los cambios que experimenta el niño protagonista.

El tiempo transcurre para sus predecesores en un proceso contrario al de Mason. Mientras el pequeño experimenta un viaje iniciático a lo largo de la película y comienza una nueva etapa ‘fuera del nido’ en la universidad al final de la cinta; sus padres van cuesta abajo, decepcionados por la vida, hasta que empiezan a sentir, al cierre del film, que ésta se les escapa. Especialmente en el caso de la madre, cuyo mundo se derrumba cuando siente que ya ha criado a sus hijos y no sabe qué hacer o qué vendrá después.

Precisamente, las interpretaciones de Ethan Hawke, actor ‘fetiche’ de Linkater, pues ya protagonizó junto a Julie Delpy la saga romántica del director, y de Patricia Arquette son las más destacables, en cambio, a la hija del realizador parece que, a mitad del proyecto, ha dejado de interesarle la película.

Todo el equipo comenzó el rodaje en 2002, en un reto que les reunía cada año durante unos días para filmar nuevas escenas (con las correspondientes actualizaciones de guión, escrito también por el realizador de Austin). En total, sumaron 40 días de rodaje.

Pero además del singular proceso de filmación, es interesante la forma de afrontar la estructura de la película en sí y de su montaje. Se narra de manera fluida y natural. Las transiciones y elipsis se hacen de forma sutil, a través del aspecto físico de los protagonistas, de la música, del momento político o de las nuevas tecnologías. Y Linklater sabe además medir muy bien los tiempos de cada uno de los episodios, aunque algunos se hacen más pesados que otros.

También controla de forma acertada las acciones y emociones de los personajes, más bien contenidos, evitando caer en el sentimentalismo incluso en los pasajes más crudos de la historia.

Como consecuencia de todo ello, ‘Boyhood’ es una película que, con momentos brillantes (como las conversaciones entre padre e hijo) y con otros más del montón e incluso algunos cuestionables, se disfruta más en su conjunto. También cuando se piensa y ‘se mastica’ a la salida del cine.

El reto de Richard Linklater, que ya ha entrado a formar parte de la historia del cine, es un film imprescindible y todo apunta a que formará parte de la lista de nominadas de los Oscars (aunque todavía queda mucho para los premios). El problema es que las altas expectativas generadas por las palabras amables de la crítica puedan provocar la decepción del espectador, sobre todo en aquellos a los que les gusta la acción o los guiones enrevesados. Es una película sencilla, desprovista de efectos, pero con un gran encanto.

Más información