High Life, un disco de Brian Eno y Karl Hyde

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High Life, un disco de Brian Eno y Karl Hyde

High Life, un disco de Brian Eno y Karl Hyde

El mítico músico vanguardista y el rey de las discotecas ibicencas se acercan a la música africana en su segundo disco conjunto. DBF by Eno & Hyde on Grooveshark

En lo que va de año, el dúo formado por el productor y visionario del pop electrónico de vanguardia Brian Eno y Karl Hyde,el cantante del dúo de música de baile avanzada Underworld, banda favorita de las macrodiscotecas ibicencas, han tenido tiempo suficiente para grabar dos discos conjuntos. Unas obras polémicas, pero interesantes e intensas, que, con un espacio de sólo dos meses entre si, han sido publicados por el exquisito sello Warp.

Primero fue ‘Someday World’ y posteriormente este ‘High Life’ del que nos ocupamos hoy. Para algunos críticos, se trataría en realidad de dos entregas consecutivas de un álbum doble que, por lo tanto, deberían analizarse como parte de un todo indivisible. Para otros, sin embargo, son dos dos discos plenamente diferenciados, que muestran facetas distintas de las paleta creativa de este singular duo cuyo trabajo, en cualquier caso, no deja indiferente a nadie.

De todos modos este debate, no es extraño. La división de opiniones entre los expertos suele aparecer siempre, cuando Brian Eno está implicado en cualquier proyecto. Para unos es un profeta, un sumo sacerdote y un mito, mientras que otros opinan que se trata de un simple estafador con suerte que, eso sí, se apropia del talento de quienes le rodean en su propio beneficio, lo que le permite hacer caja periódicamente y acrecentar su prestigio gracias a sus múltiples colaboraciones de postín.

Hay muchos veteranos que todavía recuerdan a Eno, como ese tipo raro que tocaba algunos cuántos botones en los primeros trabajos de Roxy Music y que acabó fuera de la banda, cuando Brian Ferry optó por conducir a ‘su’ banda hacia unos sonidos más asequibles para el oído medio. Y ya desde entonces se materializaron los dos bandos que hemos descrito en el párrafo anterior y que, cuarenta años después de aquello, aún persisten y mantienen una batalla que reaparece cada vez que nuestro protagonista de hoy presenta un nuevo trabajo.

Es probable que Eno sea un poco de todo eso y de algunas cosas más. Pero, hasta sus detractores más recalcitrantes se ven obligados a admitir que hablamos de un tipo que hacía música del siglo XXI ya en la década de los setenta del Siglo XX y que ahora suena a ‘clásico’, sin haberse apartado nunca de su particular forma de entender la música. Un estilo, por cierto, en el que, la mayoría de las veces, la idea de crear climas capaces de envolver melodías, más o menos, cantables, no ha sido ni mucho menos el eje de rotación fundamental.

Sin embargo, esa ha sido una de sus especialidades a lo largo de los años. Incluso la más celebrada y la que le ha permitido ganarse espléndidamente la vida como productor de grandes estrellas. Como se sabe la lista de sus clientes es interminable y en ella figuran superventas como U2 y Coldplay, a los que supo dotar de una pátina de modernidad y credibilidad artística, justo en el momento que daban el gran salto hacia su consolidación como bandas especializadas en los espectáculos masivos diseñados para entretener a las masas que en los grandes estadios.

Pero los oficios de Eno como productor de postín han sido solicitados por estrellas inmortales como David Bowie, a quien hace más de 30 años ayudo a realizar algunas obras maestras de la música popular de vanguardia como ‘Heroes’ o ‘Lodger’. Grandes discos que consiguieron demostrar que se pueden alcanzar cifras de ventas monumentales sin grabar el tipo de música comercial de siempre. Y en los que, además, el pop alcanzó unas cimas de creatividad irrepetibles, gracias también a la participación del gran guitarrista Robert Fripp, el inventor de los extraordinarios King Crimson.

En cualquier caso, este tipo es un profesional intachable. Eno ha sabido cuál era su ‘nicho’ de mercado y cómo podía ganarse los cuartos. Aunque quizá sea cierto, que esta habilidad para sobrevivir gracias a la devoción de un público fiel pero minoritario, quizá ha tenido más que ver con esas colaboraciones históricas de las que hablábamos antes que con sus propios trabajos en solitario. Algunos de ellos, como ‘Another Green World’ o ‘Music for Airports’ bastante notables también.

Por eso quizá, ha sido bastante habitual que el inquieto Brian Eno, como acaba de hacer ahora con Karl Hyde,su socio del momento, se embarcara en proyectos que le relacionaran con otros músicos con sus mismas aficiones por la experimentación y las colaboraciones.

Tipos como el mencionado Robert Fripp, John Cale, el compañero de Lou Reed en la Velvet Underground o el antiguo líder de Talking Heads, David Byrne, con quienes ha completado trabajos muy completos, en los que estos álbumes donde podamos encontrar algunas de las mejores ‘canciones’, de este mago de la electrónica que nunca ha querido definirse a si mismo como músico.

Y eso pasa, al menos desde mi punto de vista, con ‘High Life’. Un álbum grabado en cinco días, con altas dosis de improvisación y en el que Eno y Hyde, han querido rendir homenaje a dos importantes influencias comunes, la música de baile africana, el famoso ‘Afrobeat’ que popularizaron luminarias como Fela Kuti y los trabajos vanguardistas de compositores como Steve Reich o Phillip Glass, padres del minimalísmo y la música repetitva.

De hecho, el propio titulo del disco hace ya referencia a los sonidos mestizos del continente negro y su influencia en la música moderna. Se trata de un homenaje al ‘highlife’, un estilo que se hizo popular en la década de los noventa en el que confluían el jazz, el afrobeat y el son cubano. Pero más allá de los correspondientes homenajes y de algunos ‘licks’ de guitarra tratada, claramente orientados hacia el funk, lo cierto es que no hay demasiadas similitudes entre la música que han perpetrado Eno y Hyde y aquellas canciones rítmicas y bailables, casi colindantes con la salsa neoyorquina, de las que supuestamente serían deudoras.

Esto es otra cosa. Música innovadora y estimulante, en la que las melodías vocales son mucho más que un simple motivo de acompañamiento. Y grabada, además, en su mayor parte, con toda la banda tocando en directo e improvisando sobre unas estructuras dadas, al estilo de lo que hacían los grupos de jazz de antaño.

Un proceso que le otorga un plus de frescura a las repeticiones hipnóticas, y robotizadas, con las que se configuran la mayoría de las bases. Y ‘High Life’ se beneficia de eso, de la disposición de una potente banda formada por el propio Eno, a los sintetizadores y los tratamientos sonoros, Hyde, cantante y guitarrista principal, Fred Gibson, coproductor del álbum y responsable de la percusión (electrónica y analógica), Leo Abrahams, al bajo y las guitarras y Marianna Champion a los coros.

Hay mucho que disfrutar en este viaje hacia territorios sonoros poco habituales al que nos invitan Eno y Hyde. Y quizá no todo sea perfecto, ni esté completamente cocinado, ni valga para todas las ocasiones o se acople a todos los gustos. Pero, al menos para mi, la aventura merece la pena y permite encontrarse con muchos bombazos inesperados.

Desde esa recomendable ‘Time to Waste it’, mi tema favorito del disco, en el que cobra especial protagonismo la voz de Marianna Champion, hasta ese trallazo funky sin concesiones llamado ‘DBF’, en el que los oyentes más curtidos encontrarán ecos de los mejores trabajos de Jeff Beck, cuando se adentró con su guitarra en los territorios más salvajes del jazz-rock.

Hace falta mucho coraje y unas cuantas horas de vuelo sin motor para atreverse a perpetrar un disco como este. Y esa es también otra de las bazas con las que juegan estos dos veteranos cuando hacen música juntos.

Tanto Eno como Hyde acumulan ya unos cuantos ‘trienios’ sobre sus espaldas y, entre otras cosas, parecen haber comprendido que la mejor forma de conseguir que el público se divierta es buscar, en primer lugar, la satisfacción propia. Y, a la vista de los resultados, parece evidente que este par de viejos zorros han disfrutado de lo lindo en el estudio. Así que no resultaría extraño que el supuesto disco doble terminará convertido en una trilogía.

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