‘Are We There’, un disco de Sharon Van Etten

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‘Are We There’, un disco de Sharon Van Etten

Are We There, un disco de Sharon Van Etten

La cantautora de New Jersey opta por un lenguaje más directo y explícito para completar su disco más ‘guerrero’. Your Love is Killing Me by Sharon Van Etten on Grooveshark

A la altura de su cuarto disco, Sharon Van Etten es ya una artista consolidada que ha recorrido un camino bastante largo desde sus inicios y ese bagaje, presta consistencia musical y artística a ‘Are We There’, su álbum más reciente que es, a la vez, el que tiene unos textos más directos y una temática más humana hasta la fecha.

A diferencia de otras chicas, más o menos sensibles, que han presentado también sus más que decentes trabajos en lo que va de año, como Angel Olsen o Marissa Nadler, Sharon no nos presenta el relato de una relación rota. En este caso, el naufragio aún no se ha producido, y quizá no llegue a suceder.

Pero de lo que no cabe duda es que, con independencia de lo autobiográfico que sea o no el contenido de los textos de Van Etten, los personajes que pueblan los temas de este disco viven una relación, tensa, apasionante y dolorosa que, sin embargo, les debe merecer la pena.

Tanto que, como cuenta la autora, de un modo metafórico la autora, sólo ‘cortándole las piernas’ dejara de andar hacia esa persona cuyo amor le resulta letal. ¿Masoquismo? ¿Un empacho de lecturas derivadas del éxito de ‘Siete Sombras de Grey’. Cualquiera sabe.

Pero en los seis largos y agobiantes minutos que dura ‘Your Love is Killing Me’, una de las mejores canciones del disco donde la autora suelta esta frase, encontramos también la prueba de la evolución musical que ha seguido desde aquellos inicios como leve cantautora con guitarra minimalista que cautivaron a muchos, cuando en 2009 presentó ‘Because I Love You’, su celebrado disco de debut.

Ahora, aunque la melodía y la letra siguen siendo lo más importante, la instrumentación en general es más tupida y elaborada que en sus inicios. Los arreglos ya presentaban una orquestación algo más complicada en ‘Epic’, su disco de 2012 y llegaron a su cima en ‘Tramp’, el álbum de Van Etten que más ha complacido a la parroquia ‘indie’, quizá por la identidad de su productor Aaron Dessner, uno de los componente de The National.

Y Sharon ha puesto en práctica aquí muchas de las lecciones teóricas que aprendió con Dessner, pero esta vez es ella quien asume, prácticamente, la producción del álbum. Aunque haya contado con la ayuda inestimable de Stewart Lerman, uno de esos profesionales todo terreno, que está más que acostumbrado a lidiar con cantautores tan complicados como el mismísimo Loudon Wainwright III. Ya saben el padre de Rufus y Martha. Un tipo con reputación de duro.

Nada que ver con Van Etten, desde luego, por lo menos en apariencia. Aunque esa poetisa elegante haya sido capaz de incluir unas líneas casi escatológicas en ‘Every Time the Sun Comes Up’, mi canción favorita del disco, donde el ‘dulce pajarillo’ asegura que ‘lava tus platos y caga en tu cuarto de baño’.

Al parecer, según ella misma, ha contado a los periodistas, ávidos de explicaciones sobre tan engorroso asunto, la frase era una especie de broma entre ella y los miembros de su banda que al principio no formaba parte de la letra de la canción, pero al final decidió dejarla. ¿Por aquello de sorprender a la concurrencia?

Quizá. Aunque algún crítico, tal vez acertado, asegura que si esta sentencia se ha mantenido en la canción es porque revelaría, mejor que ninguna otra, la fuerza motriz que hay tras las letras del álbum y que sería algo así, como que el verdadero amor se encuentra en los actos más cotidianos y complicados y menos sublimes.

Anécdotas aparte, este es un disco interesante y sosegado, donde Sharon y sus ayudantes han optado por unos arreglos ajustados y con personalidad que realzan el ‘sabor’ de los ingredientes básicos, ya digo la melodía y las letras, sin pervertirlo ni esconderlo. Algo que parece fácil, pero que, en realidad no lo es.

Hay algún violín, alguna guitarra acústica marcando suavemente los ritmos y hasta una canción como ‘I Know’ donde la artista opta por presentarse con el único acompañamiento de un piano tocado por ella misma. En otros momentos, como la interesante ‘Taking Chances’, suena levemente a los Police de ‘Synchronicity’, lo que no es exactamente un demérito.

Los aromas ‘ochenteros’ no terminan ahí, aunque ya digo que no son omnipresentes ni molestos, hay también algunas interesantes inflexiones vocales en unos cuantos temas que nos recuerdan a los mejores momentos de Crissie Hynde al frente de los primeros Pretenders, aunque Van Etten no tenga, por supuesto, la intensidad rockera de su ‘maestra’.

Pero Sharon posee otras cualidades y características que también se deben tener en cuenta. Y, además, va creciendo disco a disco, por lo que, siempre que siga la racha, va camino de convertirse en una de las cantautoras de referencia de esta segunda década del siglo.

Sólo le falta redondear la faena con un éxito comercial global que, probablemente, llegará cualquier día de estos. Por si acaso, conózcanla ahora. Después, cuando todo el mundo se sepa su nombre ya no podrán presumir tanto de estar a la última.

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