La Habana
Y es así, perceptible hasta para un débil visual porque los hay que han vendido todo, absolutamente todo, hasta el techo y par de calzoncillos sin estrenar, pero también los que, posibilidades de por medio, se hacen de algo más pequeño por si las moscas, por si las nostalgias y por si se presentase alguna opción ilegal de renta toda vez que tal intención precisa de un permiso gubernamental.
Entonces, esos inmuebles requieren de vigilancia, de cuidado porque si hay alguien atento a que los inquilinos están ausentes, es el propio ladrón. Ya hay casos que por llevarse lo que sea menester han cargado con pesados electrodomésticos, par de bolsas de pollo y una botella de aceite. Pollo frito y a disfrutar del Tres en uno. En el robo a una conocida, desapareció hasta un pedazo de carne de cerdo reservado para la despedida de este 2022.
Mucho ojo y protección, que si hasta un perro ayuda, pues mucho mejor. Un negocio que tal parece se aviene a una peculiar y socorrida frase callejera a modo de trato entre caballeros: yo te ayudo; tú me ayudas.
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Yo te ayudo; tú me ayudas
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