-Ya tú sabes.
¿Y qué es lo que se supone que ya se sabe?
Que todo se torna bien difícil, que la calle sigue siendo un hervidero de gentes, que cada cual se ha pasado por sus partes esa advertencia de las autoridades sanitarias de que la percepción de riesgo ha dejado de existir, que ahora se trata de la percepción de peligro. Y a esto, agregar, los errores y desaciertos de los responsables civiles y sanitarios hijos de la inexperiencia.
Peligros, tensiones y preocupaciones por los cuatro puntos cardinales. Indistintamente, los contagios, ingresos y muertes por el norte y el alza galopante de los precios en el sector privado por el sur a pesar de viejas costumbres comerciales que suben un pelín las facturas en ocasiones como esta del Día de las Madres el pasado domingo.
La inflación en aumento, imparable. Las cuentas no han salido del todo bien y el empeño por sobrevivir con lo que tengamos adquiere carácter colosal, titánico. Euros y dólares en el mercado informal ascienden por día para devaluar todavía más al peso cubano.
Un panorama que pronto tendrá un alivio relativo en el iniciado proceso de inmunización.
Al margen de definir una situación determinada con una palabrota, costumbre no llegada del África, sino de España, la gente se limita a esa abarcadora frase sea o no cubano. Un valenciano aplatanado en la isla, vecino por demás, me lo confirmó estar tarde cuando le pregunté cómo le iba:
-Ya tú sabes.
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