El venir para quedarse, frase muy socorrida por las autoridades para sostener medidas favorables a la población en barrios desfavorecidos y que no obedecen a actos temporales o de ocasión, sino de largo alcance, también ha llegado como anillo al dedo en esas largas y agobiantes filas o colas en busca de medicamentos, comida, aseo y hasta cigarros y rones.
El establecimiento de Avenida 3ra. y calle 8, perteneciente a la corporación Cimex, en el capitalino Miramar, resulta una muestra de lo que puede ocurrir en cualquier lugar de la isla. Por tenerlo en las narices de mi vivienda, día tras día, noche por noche y madrugada tras madrugada ahí están las voces de rigor acompañadas del frenético quehacer de los celulares. Y, por lo general, la presencia de la policía para imponer orden.
Más que por un espíritu investigativo, sino por simple curiosidad, el amanecer en que en el aeropuerto los termómetros marcaron tres grados Celsius y cinco en la barriada, la concurrencia fue cercana a las 80 personas en un espectáculo digno de una tribu nómada en marcha por las heladas tierras rusas porque hasta algún que otro perro acompañaba a la multitud.
A pesar de los pesares y de la cantidad de veces que se ha tratado de poner disciplina en el lugar, algunos coleros “profesionales” siempre se enteran de lo que van sacar mucho antes de que un empleado coloque en tablilla visible la mercadería del día. Evidente el contubernio para ello y otras travesuras más.
Cuándo terminará la pesadilla es algo que el cubano se pregunta cada día al tiempo que pocos osan lanzar un vaticinio. Para qué momento la oferta compensará a la demanda depende de unos cuantos factores distantes todos; unos extraterritoriales y otros locales. Mientras tanto, siguen llegando desde España galleticas dulces, aceitunas y queso crema asturiano…
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¿Y qué sacaron hoy?