¿Welcome refugees? Hacinamiento y ‘abandono’ en un centro madrileño

Ayuntamiento de Madrid

¿Welcome refugees? Hacinamiento y ‘abandono’ en un centro madrileño

El Ayuntamiento de Madrid ha habilitado un centro de emergencias que no está preparado para estancias largas.

Ayuntamiento de Madrid
Dos aseos para más de treinta personas. Termos de agua caliente que finalizan a las pocas duchas. Brotes de varicela sin controlar y solo un auxiliar en el centro. Así es el día a día en el Centro de Apoyo a las Emergencias Colectivas (CEMUS), un espacio del Ayuntamiento de Madrid que está siendo utilizado para alojar a familias inmigrantes, principalmente refugiados. El centro lo gestiona Samur Social y los motivos de su creación distan mucho de su utilización. Se construyó con la idea de aportar un recurso de apoyo a las emergencias colectivas (incendio de un edificio, inundación…) donde se proporcionen algunas prestaciones básicas. “La estancia en este recurso será, limitada y temporal, como ya se ha establecido en la Unidad de Estancias Breves de la Central”, asegura la página web del Ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, tal y como aseguran a EL BOLETÍN desde el Sindicato de comisiones de base (co.bas), no está sucediendo así. “Es un centro que está preparado y que sirve para estar dos-tres días, no mes y medio, como está pasando con varios usuarios del centro”, afirma un representante del sindicato, que denuncia cierto ‘hacinamiento’ en el espacio. El lugar está construido para dar cobertura a 30 personas y en estos momentos, aseguran, hay cerca de 35. El centro está compuesto por dos salas diáfanas (“ninguna intimidad”), dos aseos (“uno para cada sexo”), treinta camas repartidas en literas, un termo de agua caliente que no aguanta muchas duchas (“se acaban duchando con agua fría”) y no tiene ni cocina ni lavadora. “Toda la comida que comen es congelada o precocinada. A raíz de esto, muchos de los residentes están teniendo problemas gástricos”, denuncian desde el sindicato. Además de ese problema sanitario, un brote de varicela. Al no tener espacios aislados, la varicela se ha expandido por las personas que no están vacunadas y/o que no han sufrido previamente esta enfermedad. La precariedad y el abandono se han hecho con este lugar que da cobijo a refugiados y demandantes de asilo, principalmente. A toda la falta de materiales y condiciones dignas se une la ausencia de trabajadores públicos. Apenas hay un auxiliar por cada turno. Desde el sindicato no quieren señalar directamente a las instancias políticas del consistorio, creen que es una cuestión más de ineficiencia en el aparato burocrático que rodea a un ayuntamiento. “Nuestra preocupación no es señalar a alguien, ni que se convierta en un arma arrojadiza. Lo que queremos son condiciones dignas para quienes residen en el CEMUS”, resume este sindicato a EL BOLETÍN.

Dos aseos para más de treinta personas. Termos de agua caliente que finalizan a las pocas duchas. Brotes de varicela sin controlar y solo un auxiliar en el centro. Así es el día a día en el Centro de Apoyo a las Emergencias Colectivas (CEMUS), un espacio del Ayuntamiento de Madrid que está siendo utilizado para alojar a familias inmigrantes, principalmente refugiados.

El centro lo gestiona Samur Social y los motivos de su creación distan mucho de su utilización. Se construyó con la idea de aportar un recurso de apoyo a las emergencias colectivas (incendio de un edificio, inundación…) donde se proporcionen algunas prestaciones básicas.

“La estancia en este recurso será, limitada y temporal, como ya se ha establecido en la Unidad de Estancias Breves de la Central”, asegura la página web del Ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, tal y como aseguran a EL BOLETÍN desde el Sindicato de comisiones de base (co.bas), no está sucediendo así.

“Es un centro que está preparado y que sirve para estar dos-tres días, no mes y medio, como está pasando con varios usuarios del centro”, afirma un representante del sindicato, que denuncia cierto ‘hacinamiento’ en el espacio. El lugar está construido para dar cobertura a 30 personas y en estos momentos, aseguran, hay cerca de 35.

El centro está compuesto por dos salas diáfanas (“ninguna intimidad”), dos aseos (“uno para cada sexo”), treinta camas repartidas en literas, un termo de agua caliente que no aguanta muchas duchas (“se acaban duchando con agua fría”) y no tiene ni cocina ni lavadora.

“Toda la comida que comen es congelada o precocinada. A raíz de esto, muchos de los residentes están teniendo problemas gástricos”, denuncian desde el sindicato.

Además de ese problema sanitario, un brote de varicela. Al no tener espacios aislados, la varicela se ha expandido por las personas que no están vacunadas y/o que no han sufrido previamente esta enfermedad.

La precariedad y el abandono se han hecho con este lugar que da cobijo a refugiados y demandantes de asilo, principalmente. A toda la falta de materiales y condiciones dignas se une la ausencia de trabajadores públicos. Apenas hay un auxiliar por cada turno.

Desde el sindicato no quieren señalar directamente a las instancias políticas del consistorio, creen que es una cuestión más de ineficiencia en el aparato burocrático que rodea a un ayuntamiento.

“Nuestra preocupación no es señalar a alguien, ni que se convierta en un arma arrojadiza. Lo que queremos son condiciones dignas para quienes residen en el CEMUS”, resume este sindicato a EL BOLETÍN.

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