Vivir en un edificio

Desde el malecón

Vivir en un edificio

Edificios con decenas de años sin mantenimiento y mucho menos reparación son ahora mismo un manantial de molestias y dificultades.

La Habana
La Habana
Convivir en un inmueble multifamiliar siempre ha sido un problema o cuando  menos acostumbrarse a la idea de que no todos son como uno, que cada cual tiene sus características y hay que saber sobrellevarlas para lograr una armonía aceptable.. Si el edificio es en Cuba, pues a eso agregarle ese activo que tenemos de familiaridad con casi todos, esa pedidera constante de un poco de sal, un bombillo o una aspirina para no hacer interminable el listado. En punto y aparte, aquello que conocí en mi niñez allá por los 50s del pasado siglo en una asignatura nombrada Moral y Cívica, con un capítulo dedicado a los murmuradores. Con el tiempo, la palabra desapareció para mutarse en breteros y chismosos. La actual situación -no coyuntural como rezan algunos documentos oficiales-, sino más que crítica, trae en consecuencia que se agudicen los problemas de todo tipo, que a cada rato nos veamos con desagradables sorpresas que debemos enfrentar colectivamente y no todos quieren o pueden asumirlas. Edificios con decenas de años sin mantenimiento y mucho menos reparación son ahora mismo un manantial de molestias y dificultades. En esta historia, uno sin jóvenes y abarrotado de personas de la tercera edad. Una suerte de flotante para el tanque de agua, 5.000 pesos, mano de obra, 1,200. Mensualidad de algunos pensionados, 1,528. El malestar y la desesperanza se ubican en los cuatro puntos cardinales. Y los hay peores por la occidental Pinar del Río, que lo han perdido todo por el huracán Ian.

Convivir en un inmueble multifamiliar siempre ha sido un problema o cuando  menos acostumbrarse a la idea de que no todos son como uno, que cada cual tiene sus características y hay que saber sobrellevarlas para lograr una armonía aceptable.

Si el edificio es en Cuba, pues a eso agregarle ese activo que tenemos de familiaridad con casi todos, esa pedidera constante de un poco de sal, un bombillo o una aspirina para no hacer interminable el listado.

En punto y aparte, aquello que conocí en mi niñez allá por los 50s del pasado siglo en una asignatura nombrada Moral y Cívica, con un capítulo dedicado a los murmuradores. Con el tiempo, la palabra desapareció para mutarse en breteros y chismosos.

La actual situación -no coyuntural como rezan algunos documentos oficiales-, sino más que crítica, trae en consecuencia que se agudicen los problemas de todo tipo, que a cada rato nos veamos con desagradables sorpresas que debemos enfrentar colectivamente y no todos quieren o pueden asumirlas.

Edificios con decenas de años sin mantenimiento y mucho menos reparación son ahora mismo un manantial de molestias y dificultades. En esta historia, uno sin jóvenes y abarrotado de personas de la tercera edad. Una suerte de flotante para el tanque de agua, 5.000 pesos, mano de obra, 1,200. Mensualidad de algunos pensionados, 1,528.

El malestar y la desesperanza se ubican en los cuatro puntos cardinales. Y los hay peores por la occidental Pinar del Río, que lo han perdido todo por el huracán Ian.

Más información

La revista, conocida por su emblemática selección de la ‘Persona del Año’, busca con esta iniciativa dar visibilidad a voces femeninas que, a pesar…
Así lo ha hecho este domingo durante su visita al Centro de Coordinación Operativo Contraincendios de Ourense, donde ha estado acompañado del presidente de…
“Vemos que Rusia rechaza numerosos llamamientos a un alto el fuego y aún no ha decidido cuándo cesará las matanzas. Esto complica la situación”,…