Vehículos ecológicos: ¿será el futuro eléctrico o de hidrógeno?

Movilidad Sostenible

Vehículos ecológicos: ¿será el futuro eléctrico o de hidrógeno?

El futuro de la industria automotriz depende de los vehículos sostenibles y de las energías renovables.

Coche eléctrico

Coche eléctrico

La industria automotriz lleva años apostando por alternativas más sostenibles. Con diversas iniciativas y normativas a favor de los vehículos sostenibles, como la decisión de la UE de hacer más estrictos los niveles aceptables de emisiones de CO2, la popularidad de los automóviles más sostenibles alcanza nuevos máximos cada año.

Europa ya ha superado a China y se ha convertido en el mayor mercado de vehículos eléctricos del mundo. En 2020 se vendieron más de 10 millones de vehículos eléctricos y el número de estaciones de carga se duplicó en comparación con el año anterior.

No cabe duda de que el futuro de la industria automotriz depende de los vehículos sostenibles y de las energías renovables. Pero existen otras alternativas además de los autos eléctricos y los vehículos de hidrógeno son su más fuerte competencia.

Electricidad vs. hidrógeno

Los vehículos de hidrógeno reúnen las cualidades de los autos eléctricos y de los convencionales, ya que cuentan con un depósito. Sin embargo, el procesamiento de la electricidad marca la diferencia. En pocas palabras, un vehículo de hidrógeno se diferencia en que el sistema de baterías superpesadas se sustituye por uno más ligero, capaz de producir electricidad.

Para obtener esta electricidad procedente del hidrógeno, el gas de hidrógeno debe mezclarse con el oxígeno. Sin embargo, para alcanzar los niveles de emisión de los autos eléctricos, antes se debe realizar un proceso especial de electrólisis, donde el H2O se divide en H2 y O, utilizando fuentes renovables como la energía solar o eólica. Este proceso se conoce como producción de hidrógeno verde y es la opción más sostenible, ya que no emite CO2 ni metano en el proceso. Una vez que el gas hidrógeno se mezcla con el oxígeno, la electricidad creada se utiliza para alimentar el vehículo.

Sin embargo, en el caso de los vehículos eléctricos no es necesaria ninguna reacción química. Las baterías alimentan el auto y se recargan con electricidad siempre que sea necesario. Por supuesto, esta electricidad también debe producirse en otro lugar antes de recargar nuestro vehículo, pero la principal diferencia entre ambos es la inclusión de procesos químicos.

¿Cuáles son las diferencias?

Desde un punto de vista estrictamente científico, para recibir una cantidad de energía similar a la que ofrece la batería de 480 kg del Tesla Model 3, solo se necesitan cerca de 3 kg de hidrógeno.

Sin embargo, la eficiencia de los vehículos eléctricos es el doble que la de los autos de hidrógeno, alcanzando aproximadamente el 75 %. Otro aspecto a tener en cuenta es la tecnología del hidrógeno en sí misma. En los vehículos de hidrógeno, la electricidad debe transformarse en hidrógeno —un proceso que tiene lugar antes de recargar el auto con gas de hidrógeno— y luego volver a transformarse dentro del vehículo. Esto disminuye la eficiencia del proceso y se convierte en un problema.

Todos alguna vez hemos conducido con el piloto de combustible encendido, como en un juego de casino en el que el premio es llegar a destino o a la gasolinera más cercana, o terminar varados en el camino. Con los vehículos de hidrógeno, podría darse también esta situación. Además del precio elevado de los autos de hidrógeno, la infraestructura de recarga está muy atrasada en comparación con la de los autos eléctricos.

A finales de 2021 había únicamente 685 estaciones de repostaje de hidrógeno disponibles en todo el mundo. Ahora, por supuesto, este número va en aumento, pero todavía tardará unos años en alcanzar los niveles de infraestructura de los vehículos eléctricos.

Por otro lado, uno de los factores clave de los vehículos de hidrógeno es la autonomía. Aunque la autonomía depende en gran medida de aspectos como el precio del auto, la frecuencia con la que se enciende el aire acondicionado, las condiciones de la carretera, etc., cuando se comparan los modelos de gama más alta de cada categoría, los vehículos de hidrógeno siguen llevando la delantera.

Cuando se comparan los tiempos de carga/repostaje de los vehículos, los de hidrógeno ganan la carrera. Mientras que los modelos de gama alta tienen la capacidad de ser repostados completamente en entre 3 y 5 minutos, para la mayoría de los modelos eléctricos, el tiempo de carga se cuenta en horas. Esto supone un enorme ahorro de tiempo para los propietarios de vehículos de hidrógeno y puede ser un factor decisivo para muchos compradores.

La buena noticia es que muchas empresas de todo el mundo, entre ellas Bosch, están invirtiendo en la industria del hidrógeno. Una vez establecidas mejores condiciones, las ventas aumentarán y los precios empezarán a bajar. Esto creará oportunidades para un mayor desarrollo de los vehículos y de su infraestructura.

¿Quién es el ganador?

Una pregunta sencilla con una respuesta complicada. Puede que ambos sean ganadores, o ninguno: hay demasiados factores en juego.

El beneficio temporal los vehículos eléctricos es que llevan más tiempo en el mercado y esta es una ventaja inmediata. Por otro lado, los vehículos de hidrógeno siguen siendo bastante inaccesibles por su alto costo, el precio no bajará a menos que se vendan más vehículos, y para vender más vehículos hay que garantizar mejores infraestructuras y condiciones generales, y para esto hay tener más dinero. Es un ciclo interminable de oferta y demanda.

En definitiva, los coches de hidrógeno son el futuro. Si queremos lograr una industria automovilística con cero emisiones, el hidrógeno es el camino a seguir. Sin embargo, será un proceso gradual para el que se necesitan grandes inversiones, perfeccionamientos, investigación y desarrollo, y confianza. Mientras tanto, los vehículos eléctricos tienen ya su lugar en la industria automotriz y son el primer gran paso hacia un futuro más sostenible: el futuro de las emisiones cero.

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