Una vieja consigna provoca risas en la multitud

Cuba

Una vieja consigna provoca risas en la multitud

Cuando pasen los años y los historiadores comiencen su minuciosa faena, poco podrán encontrar en las páginas de los diarios. Tendrán que recurrir a viejos libretos de los humoristas.

Hilo de coser cubano

Revolución cubana

Para quienes tuvimos el privilegio de ver triunfar la revolución cubana en 1959, resulta memorable aquella consigna lanzada cuando la soberbia del imperio pretendía atacarnos militarmente: “Si se lanzan, quedan”. Esta y otras estaban por doquier, en carteles, vallas de carretera y hasta en los sitios más insospechados (hilo de coser, por ejemplo) junto a esa de calibre pesado: “Muerte el invasor”.

Pegaron fuerte. Eran momentos en que la mejor definición de revolucionario era decir que fulano era un tipo de “Patria o muerte”.  Ya no se emplea y casi ni se  recuerda. No pocos de  aquellos  uniformados de milicianos han tomado el camino extra insular. Que no me obliguen a presentar el listado, por favor.

Era la voluntad de casi todo un pueblo en fervor revolucionario. Y aunque el enemigo sigue siendo el mismo, los tiempos han cambiado. Muchas consignas han perdido su efectividad a pesar de que algunos tratan de resucitarlas a falta de mejores motivaciones.

Más de seis décadas después, un actor humorístico, en la puesta en escena de La vida es vieja, de la Comunidad Creativa Nave Oficio de la isla, se la recuerda ante miles de espectadores a otro personaje y este le responde algo así como que “Sin lanzarse, ya nadie queda”.

El éxodo reflejado en las tablas y las risas casi que con carácter generalizado. “La juventud está perdida”, dijo en la trama teatral una anciana residente en algo parecido a un asilo durante el velatorio de la Mentira. Otra le corrige al instante: “No, no está perdida, sino regada por los volcanes (ruta vía Nicaragua) hasta Tapachula (frontera entre México y Guatemala”.

Y volvieron las risas reflexivas hasta muy probablemente en padres y abuelos que han padecido de esa temeraria travesía de hijos y nietos para alcanzar los EEUU.

Cuando pasen los años y los historiadores comiencen su minuciosa faena, poco podrán encontrar en las páginas de los diarios, en esos que Alejo Carpentier llamaba “cronistas de su tiempo”. Tendrán que recurrir a viejos libretos de los humoristas si es que alguien se dignara a conservarlos u otros no los hayan desaparecido en un camión de Comunales regalado por el pueblo japonés.

Fuerte el espectáculo, pero risible. Nadie puede alegar que ajeno a nuestra realidad. Incluso, algún que otro “Patria o muerte” sobreviviente que, bastón en mano, ocupó luneta.

Más información