Una paloma mensajera y un «negrito» las primeras víctimas por el calor en Cuba

Desde el Malecón

Una paloma mensajera y un «negrito» las primeras víctimas por el calor en Cuba

Personas y animales bajo el mismo azote infernal.

Aurelio y su cotorra Irina

Aurelio y su cotorra Irina

Hace tan sólo uso días contaba de aquella observación de un colega andaluz que afirmaba que, en tiempos de fuerte calor, los pájaros allí caían como atontados desde las ramas de los árboles. En Cuba está sucediendo algo similar. Lo nunca visto y ya ando por siete décadas entre veranos, pájaros, reptiles y otros por el estilo.

El primero en cursar aviso en las redes sociales fue un usuario que no tardó en pedir consejo. Una paloma mensajera había caído desfallecida en el patio de su casa. Además de ayuda, indicaba que en una pata llevaba un anillo con el nombre de Joseíto. Algunos entendidos en esa afición colombófila le sugirieron darle agua, refrescarla, propiciarle descanso lejos de algún gato para que se recuperara, calentara motores, activara su “radar” y marchara a casa.

Otro caso más cercano le ocurrió a mi amigo Eddy Zorrilla. En el pasillo jardín de su vivienda apareció como muerto un negrito, un pajarito muy famoso y cantor allá por tierras de la colonial ciudad de Trinidad. Zorrilla lo dio por ido de este mundo, pero el ave vivía aún.

Cuenta que le salpicó algo de agua, le dio de beber y al poco rato presentaba signos vitales. Como en agradecimiento, el negrito dio unos paseítos bajo la sombra del pasillo con su débil corriente de aire algo fresco. Parecía uno de esos modelos que en la pasarela muestran al público el último grito de la moda según el criterio del diseñador. Miró detenidamente a su salvador, hizo un canto de despedida y levantó vuelo.

Fortísimo el calor. Que le pregunten a mi parlanchina cotorra Irina, que cada vez que se le coloca agua en el bebedero no encuentra mejor opción que darse un baño de pico a patas y tal vez por algún error “lingüístico” le grita al vecindario “¡Qué rica la guayaba!”.

Personas y animales bajo el mismo azote infernal. En los bajos del edificio, se derrumbaba bajo los efectos de un demoledor golpe de calor una anciana con su carrito de hacer los mandados. Directamente al policlínico con el azúcar en sus niveles más bajos. Otra sobreviviente más de la fuerte canícula junto a la paloma, el negrito y la cotorra.

¿Hasta las cuántas, Señor?

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