Una vez más, con bisoños guardiamarinas y hasta nuevo capitán de Navío, acaba de atracar en la rada habanera el nonagenario buque escuela Juan Sebastián Elcano para cumplimentar diversas actividades en la isla y zarpar a los mares el próximo domingo luego de culminar su oncena visita a Cuba.
Elcano ha conocido ya varias generaciones de cubanos que siempre hacen fila para abordar el velero, recorrer sus departamentos y provocar otros mareos verbales y no náuticos a la engalanada tripulación con historias de antepasados que llegaron a la isla también por mar y también desde puertos españoles.
El buque sigue siendo el mismo y con iguales intenciones de fomentar la hermandad. Cada vez más esbelto a pesar de su casi centenaria edad en franca lucha contra el tiempo y las inclemencias de la mar. Elcano bien pudiera sentirse como en casa.
En cambio, la política española hacia Cuba continúa como un carrusel que a veces pierde la pausa de su rodamiento circular y donde unas veces encima de un caballito, un cerdito, un cisne o una carroza medieval de enchapes dorados, políticos de diversas camisetas hacen gala de las más diversas interpretaciones de la realidad sean de partidos mayoritarios u otros de menor porte.
La gente de a pie poco reporta en ello. Por encima de consideraciones políticas, miran a España siempre con buenos ojos.
Elcano lo puede atestiguar. En esta ocasión se trajo a una cubana aspirante a oficial de la Armada que abrazó con pasión a su familia en tierra. Lo vio toda Cuba por televisión.
