Un tercio de la inversión extranjera tiene el objetivo de evadir impuestos

Macroeconomía

Un tercio de la inversión extranjera tiene el objetivo de evadir impuestos

Las inversiones ‘fantasma’ rondan los 15 billones de dólares en el mundo.

Edificio de viviendas

Las economías tienden a recibir la inversión extranjera con los brazos abiertos. Sin embargo, según detalla un estudio realizado por el Fondo Monetario Internacional, un tercio del dinero destinado en esas inversiones solo tiene el objetivo de evadir impuestos, no impulsar determinados sectores de la economía local.

En ese sentido, el informe del FMI destaca que Luxemburgo, siendo un país con menos de un millón de habitantes, recibe prácticamente la misma inversión extranjera directa (IED) que Estados Unidos.

No obstante, no toda esa inversión aporta capital al servicio de las ganancias de productividad, ni estimula el crecimiento económico ni genera empleo. Mucho del dinero movido entre países busca minimizar la factura fiscal global de las multinacionales, que realizan inversiones financieras transfronterizas entre empresas que pertenecen a su mismo grupo y que solo llevan a cabo actividades de tenencia, no de producción ni comercio.

El FMI cifra en casi 15 billones de dólares la cantidad de dinero ‘fantasma’ que se mueve entre países y que no tiene actividad comercial real. Esa cantidad supone prácticamente el 30% de los 40 billones de inversiones extranjeras que hay en el mundo cada año.

“Curiosamente, algunos paraísos fiscales albergan la gran mayoría de las inversiones extranjeras fantasma del mundo. Luxemburgo y los Países Bajos albergan casi la mitad […] Hong Kong, las Islas Vírgenes Británicas, Bermudas, Singapur, las Islas Caimán, Suiza, Irlanda y Mauricio, estas 10 economías albergan más del 85% de todas estas inversiones”, describe el organismo responsable del estudio.

Muchos de estos países estructuran sus tasas impositivas con la intención deliberada de atraer la mayor cantidad de inversión extranjera posible. Ofrecen beneficios lucrativos, tales como tasas impositivas corporativas efectivas muy bajas o nulas, que acaban repercutiendo en las economías del entorno.

Los datos de la Comisión Europea y las principales consultoras, como KPMG, señalan que el impuesto de sociedades en Europa en 1980 era del 40%, aproximadamente. A comienzos de los noventa esa cifra seguía por encima del 36%. Dos décadas después, la tasa media en la UE respecto al impuesto de sociedades es del 21%, prácticamente como el IVA.

Aunque la mayoría de las inversiones fantasma están alojadas en gran medida en unos pocos paraísos fiscales, prácticamente todas las economías están expuestas al fenómeno, señala el FMI.

“La mayoría de las economías invierten mucho en depósitos corporativos vacíos en el extranjero y reciben inversiones sustanciales de dichas entidades, con promedios en todos los grupos de ingresos que exceden el 25% de la inversión”, explica el organismo internacional, que pone en entredicho de esta forma la elaboración estadística de los PIB de los países.

De hecho, el FMI ha presentado ya varias alternativas para una arquitectura fiscal internacional revisada, que va desde impuestos mínimos hasta la asignación de derechos fiscales a las economías de destino.

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