Señor Secretario General de Naciones Unidas, procede compartir su preocupación por las expulsiones de diplomáticos rusos acreditados ante los gobiernos de Londres y Washington y, a la recíproca, las de diplomáticos británicos y americanos acreditados ante el gobierno de Moscú, porque dibujan un panorama de regreso a la guerra fría.
De ahí la coherencia de su propuesta de recuperar los mecanismos de comunicación que entonces evitaban la escalada de incidentes, la pérdida de control y la deriva hacia la catástrofe. Con estos bueyes, perdón con estos líderes, hay que arar.