Cuba

Talla 36, por favor

Hay que vivir en Cuba muy de cerca con un cáncer de mama en el entorno familiar para poder comprender muchas cosas en medio de un torbellino de dificultades de todos los colores que parece no tener fin.

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Monumento a la Esperanza

Hay que vivir en Cuba muy de cerca con un cáncer de mama en el entorno familiar para poder comprender muchas cosas en medio de un torbellino de dificultades de todos los colores que parece no tener fin.

A la par de los trastornos clínicos que conlleva la maldita enfermedad, hay que agregar los problemas psicológicos que se presentan básicamente cuando una mujer es joven y presumida.

Los avatares continuarán en pleno proceso de quimio o radioterapia y luego en lo quirúrgico cuando en ese largo y extenuante proceso faltan componentes para el tratamiento y hasta durante la curación  que, en ocasiones, el paciente debe llevar consigo el material adecuado. Es decir, gasas, algodón, desinfectantes como yodo y otros.

En punto y aparte el esfuerzo y dedicación del personal hospitalario que es de excelencia por ese activo tan humano que posee y lo distingue internacionalmente. Unos más; otros menos, pero sin margen a crítica alguna.

Entonces, como alivio o bálsamo, la solidaridad de muchos que desde el exterior de la isla o dentro de ella, ayudan con el mayor deseo de paliar el angustioso camino.

Encomiable el proyecto Alas por la vida en sus poco más de dos décadas de puesta en marcha. Lo coordina el doctor Alexis Cantero y un grupo multidisciplinario en apoyo a las mujeres participantes en el propósito.

Hacen hasta lo imposible por arrancarte una sonrisa. El agradecimiento de los pacientes como única remuneración que, para ellos, es más que suficiente.

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