Ha sido el caso de nuestra anciana vecina Orfelina Palacios, de grata recordación por su bondad y servicio a los demás, que acaba de reaparecer no gracias a una acción celestial, sino en seria irregularidad o delito de una persona que ha ocupado su espacio de casi seis metros cuadrados en un cuarto de desahogo.
Vaya usted a saber a través de qué artimaña o subterfugio de apariencia legal solicitó el restablecimiento de la vital energía, acción que la UNE (Unión Nacional Eléctrica) intentó cumplir casi con efecto inmediato, además de los encargados del gas licuado.
Que alguien, en su sano juicio o con leves trastornos mentales, ducho en leyes, disposiciones, regulaciones, controles, etcétera, excétera o simplemente desconocedor de tamaño ramillete de legalidades, me diga si esto no es una arbitrariedad, acción surrealista o una “distorsión” para estar a tono con la campaña oficial emprendida por el gobierno con el propósito de “corregirlas”.
Y que conste, que mucho nos hubiera alegrado la vuelta de la octogenaria Orfelina desde el camposanto a casa nuevamente, a cuidar con esmero sus sembrados de plantas medicinales para toda la comunidad, pero, francamente, con el acto de resucitar conferido a Jesús Cristo de Nazaret es más que suficiente.
Cartas, informes y denuncias a las dos manos de todos los vecinos en varias direcciones. El delegado, primera figura del gobierno de cara a la población, en acción a favor de sus electores. Hasta el cura párroco de la comunidad, mostró interés en el “milagro” de reaparición Orfelina,
Por fortuna, la Dirección Municipal de la Vivienda no tardó en reaccionar y declarar ilegal a la ocupante del diminuto espacio que debe pertenecer a los apartamentos bajo el precepto de cuarto de desahogo o trastero.
La vivienda, otro asunto peliagudo e histórico para el cubano y las autoridades competentes.