El banco francés ha fijado un objetivo de crecimiento anual de los ingresos de entre el 0 y el 2% en los próximos tres ejercicios, sensiblemente por debajo del 3% fijado como objetivo en el cuatrienio anterior. Además, rebajó ligeramente el objetivo de rentabilidad de los fondos tangibles, hasta situarlo entre el 9 y el 10%, cuando algunos analistas habían previsto que se elevara. La entidad también ha esbozado recortes de costes y planea reforzar sus colchones de capital.
Las acciones de Société Générale se han desplomado un 12% en la bolsa de París, hasta los 23,28 euros.
El banco se ha comprometido también a distribuir entre sus accionistas entre el 40% y el 50% del resultado neto publicado a partir de 2023 (en 2022 tuvo 1.825 millones de euros de beneficio).
En un comunicado, Krupa, que lleva en el cargo cuatro meses, anticipa su voluntad de diseñar «un modelo de negocio simplificado», y de tomar «las decisiones necesarias para reforzar el capital y ganar en flexibilidad, mejorar estructuralmente nuestra eficacia operativa y mantener nuestra gestión exigente de los riesgos al mejor nivel».
«Nuestra ambición —según Krupa— es ser un banco europeo de primer plano robusto y sostenible» sobre la base de «relaciones de largo plazo con los clientes, equipos de talento y comprometidos, actividades innovadoras de fuerte valor añadido y un liderazgo pionero en el terreno de la gobernanza social y medioambiental».
Sobre este último aspecto, Société Générale va a acelerar el proceso de abandono de las inversiones en los hidrocarburos. Su nuevo objetivo es reducir la exposición a la producción de petróleo y de gas en un 80% en 2030 respecto a 2019, con una etapa intermedia del 50% de caída en 2025.