¿Puede de verdad la UE reducir su dependencia del gas ruso?

Energía

¿Puede de verdad la UE reducir su dependencia del gas ruso?

Las importaciones de GNL y el uso de energías renovables difícilmente serán suficientes para alcanzar los objetivos fijados, advierten los analistas.

Las obras de construcción del gasoducto Nord Stream 2 en Lubmin, en el noreste de Alemania, en una imagen del 26 de marzo de 2019

Las obras de construcción del gasoducto Nord Stream 2 en Lubmin (Alemania). Autor: AFP

La crisis de los precios de la energía provocada por la invasión rusa de Ucrania ha llevado a la Comisión Europea ha plantear un plan para reducir en dos tercios su dependencia del gas ruso. El plan, no obstante, podría ser demasiado ambicioso, según consideran los analistas, que creen que las decisiones políticas que acarrearía lograr este objetivo simplemente no son “políticamente aceptables” en la UE.

La producción europea de gas natural ha disminuido a lo largo de los años, impulsada en buena medida por la reducción del tope de producción en el yacimiento de gas de Groningen, en Países Bajos. El gobierno holandés implantó un tope de producción que se ha ido reduciendo paulatinamente con la idea de un cierre. El tope de producción de este año era de 3,9bcm, aunque potencialmente se elevará a 7,6bcm. No obstante, se espera que el año actual sea el último año de explotación del yacimiento. La producción total europea, incluyendo Noruega y Reino Unido, ascendió a unos 214 bcm en 2021, de acuerdo con los cálculos del equipo de research de ING.

“La caída de la producción nacional a lo largo de los años ha hecho que Europa dependa cada vez más de las importaciones para satisfacer la demanda interna”. Se calcula que la demanda europea de gas ascenderá a unos 524 bcm en 2021, lo que supone un déficit interno de 310 bcm. “Esto significa que casi el 60% de la demanda europea debe satisfacerse con importaciones”, apuntan los expertos del banco holandés.

“Existe la posibilidad de aumentar la producción nacional europea a lo largo del año. Entre Noruega, Reino Unido y Países Bajos, suponemos que la producción podría aumentar en 14bcm. En el Mar del Norte hay algunos nuevos yacimientos de gas en fase de crecimiento, mientras que los Países Bajos podrían aumentar su límite de producción en el yacimiento de Groningen”. Sin embargo, “políticamente será una decisión difícil, dado que el tope de producción se ha ido reduciendo gradualmente debido a la actividad sísmica en la región y, de hecho, el yacimiento iba a entrar en posición de espera a partir del año que viene”, cree ING.

“El aumento de la producción de gas en los Países Bajos y Noruega es probablemente necesario, pero también políticamente difícil”, coinciden los analistas de Oxford Economics en otro informe en el que avisa de que Europa “se enfrenta a difíciles equilibrios para lograr su objetivo de eliminar el gas ruso y evitar los perjuicios económicos y mantener el rumbo para cumplir sus ambiciones ecológicas”.

¿Son las importaciones de GNL de EEUU la respuesta?

“Está claro que los incrementos marginales de la producción nacional y los aumentos limitados de las importaciones por gasoducto no llegarán a compensar los flujos de gas ruso”, abunda ING. Por lo tanto, “Europa dependerá en gran medida del mercado de GNL para tratar de reducir un posible déficit derivado de la interrupción de los flujos de gas ruso”.

En este contexto, EEUU debería jugar un papel importante. Las exportaciones de GNL del país han ido en aumento desde finales del año pasado, subiendo a 7,4mt (10 bcm) en enero de 2022. Mientras tanto, el porcentaje de cargamentos de GNL de EEUU que se dirigen a Europa se disparó casi el 75% en enero, comiéndose las exportaciones que antes se entregaban a Asia. Para ING, “esto refleja cómo el mercado de gas premium de Europa ha atraído un suministro de GNL más flexible”.

Sin embargo, la competencia de compradores alternativos podría reducir sustancialmente el número final de cargamentos que fluyen hacia Europa. Por ejemplo, “dada la actual crisis energética, los compradores asiáticos de GNL de países como Corea del Sur y Japón pueden ser reacios a renunciar a su exceso de suministro contratado. La preocupación por la escasez de suministro de gas también podría hacer subir los precios del GNL en Asia, reduciendo o incluso eliminando la diferencia de precios observada entre Asia y Europa”, cree ING.

El problema de la regasificación

Pero sin embargo el principal problema en la compra de GNL es que las infraestructuras europeas no están preparadas. “El almacenamiento de gas está en niveles históricamente agotados, justo cuando el mundo se lanza a por el GNL, y la infraestructura europea no está preparada para hacer frente a un gran aumento del suministro importado”, alerta Oxford Economics.

En la misma idea incide ING. “Independientemente de que haya suficiente capacidad de exportación, Europa tendrá dificultades para compensar completamente el gas ruso debido a las limitaciones de capacidad en el lado de la importación”. “La capacidad anual de regasificación en Europa es de 204.000 millones de metros cúbicos (excluida Turquía). A lo largo de 2021, las tasas de utilización de las plantas de regasificación se situaron en torno al 47%. Sin embargo, en los últimos meses se habría acercado a la capacidad debido a que los precios más fuertes en Europa han provocado un aumento de las importaciones”.

Además, “la mayor parte de la capacidad sobrante se encuentra en España, y el problema es que este país no está bien conectado con la infraestructura de gasoductos del resto de Europa”.

No se cumplirán los objetivos

“Esperamos que la UE reduzca su dependencia del gas ruso con el tiempo”, señala Oxford Economics. “Pero teniendo en cuenta que es poco probable que el despliegue de las energías renovables y el aumento de la capacidad de GNL alcancen los objetivos fijados, esperamos que no llegue a reducirla en dos tercios este año”.

“El plan de la UE subestima la necesidad de combustibles más sucios, como el petróleo y el carbón, para cubrir el déficit de suministro a corto plazo, lo que desviaría las ambiciones ecológicas de la UE. También ignora el abandono previsto de la energía nuclear en Alemania. El aumento de la producción de gas en los Países Bajos y Noruega es probablemente necesario, pero también políticamente difícil”. En resumen, “esperamos que la UE siga dependiendo del gas ruso durante más tiempo. Las alternativas -combustibles más sucios o una reducción persistente de los precios que provoque la destrucción de la demanda- no son políticamente aceptables”, concluye Oxford Economics.

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