“Descansa en paz” parece estar destinado sólo para los muertos. Oración fúnebre exclusiva del cura en la capilla de la necrópolis de Cristóbal Colón.
Ni el más bravo entre los bravos alcanza alejar ese insistente pensamiento de cuándo y en qué momento vendrá la maldita interrupción del servicio.
Y créanme que a las dos de la madrugada se piensa en muchas cosas, en ese cirujano que debe amanecer con un bisturí en mano o en ese niño que da vueltas sin cesar sobre el colchón porque no logra conciliar el sueño por el calor y los mosquitos y llegada la hora no quiere asistir a la escuela auto decretándose enfermo, con dolor en alguna parte.
Ahora que se ha puesto de moda en la producción cinematográfica el anuncio de que el filme está basado en hechos reales, aquí les va mi historia,
Así, amparado en esa fábula del genial Esopo en La zorra y las uvas, despiertas en contra de tu voluntad a las dos de la mañana, agarras par de cucharaditas de leche en polvo descremada, dos sobres de edulcorante Stevia y otra de Nescafé, ingredientes todos enviados por la parentela, y te preparas un relajo de capuchino para abrir el ordenador y escribir alguna que otra impresión a la luz de una linterna.
Poco menos de una hora después, regresa la luz y vuelves a conciliar el sueño hasta que se repite algo más tarde otro desvarío del sistema. Resignado, entonces te sirves una taza de yogurt probiótico del recomendado por el inmunólogo y amigo doctor Paulino, adquirido por unos 3.ooo pesos (pensión de 1,528) gracias a la remesa del hijo residente fuera de la isla.
En acto de fuerza, en pulso de ecuanimidad y malestar, vuelve a largarse “la corriente”. De nuevo a la cama hasta que los primeros rayos de sol penetran por la ventana para apuntarte directamente a la cara como en interrogatorio policial.
Nuevamente, pies en chancletas a contemplar como el astro rey da inicio al alumbrado de la ciudad y, para estimular el cuerpo según milenaria costumbre, te preparas un café con leche gracias no a la divina providencia ni a la cartilla de racionamiento.
Es entonces cuando comprendes que eres todo un privilegiado por haber desayunado tres veces en una jornada cuando muchos no han podido ni llevarse a los labios una simple tacita de café para iniciar un día con tribulaciones y sorpresas esperadas e inesperadas.
Expertos internacionales de afamadas universidades aseguran que cerca de un 31% de la población adulta se despierta al menos tres veces por semana en la noche. Deberían acercarse a Cuba para profundizar en sus estudios e investigaciones y de paso comprobar cómo no acatamos esa primera indicación de no mirar el reloj.
Por lo pronto, llevaré a esa consulta semanal que tenemos por televisión cada lunes con un profesor de psicología para esclarecer si ese comportamiento obedece a la gula, a la ansiedad, a un trastorno gastro-mental pasajero o a esa otra disciplina que es la psiquiatría…