Opinión

Por el Malecón habanero ida y vuelta a Buckingham Palace

En orden, como corresponde a la tradición inglesa, afamadas marcas para deleite de nativos y turistas que ya han comenzado a frecuentar ese muro de ocho kilómetros de largo en uno de los paseos marítimos más bellos del mundo: Austin Healey, Ford Prefect, Hillman, Jaguar, Standard Triumph, Morris, MG, Minicooper, Singer y otras tantas más. Todos, en perfecto estado de conservación y afiliados al Club de autos clásicos británicos, responsable de la peculiar caravana. Lupe Fuentes, su presidenta, confirma la existencia de más de 60 autos en la plantilla.

Un cubano, de cultura media hacia abajo, con Inglaterra o Reino Unido como tema único, no parará la lengua en abordar los trajines de Francis Drake por el Caribe, la obra de Shakespeare, la toma de La Habana por los ingleses, Holmes, Watson y Lestrade, el puro habano en boca de Winston Churchill, The Beatles, The Rolling Stones en su concierto capitalino en 2016 y el impresionante cambio de guardia en el palacio de Buckingham si no le ponen la roja al soliloquio y le da por mencionar a aquella tienda de su pueblo nombrada la London City o una versión libre de “la hora de los mameyes” o “trabajar para el inglés”, frases aún muy socorridas en el habla popular.

Se podrán encontrar también los que se aventurarían a dibujar una Cuba inglesa si fuera porque al final, España no cambiara la ciudad por La Florida en 1762. Lo comenta a su manera un mecánico experto en esos motores: “Fumando en pipa, tomando té a las 5pm, hablando inglés, flemáticos, con sentido del humor ajeno a estas temperaturas, muy organizados y puntuales. Menos mal que se hizo el trueque”.

Todavía no se han cumplido los dos años de la tragedia del crucero británico MS Braemar. Como apestado, con la Covid 19 a bordo en tripulantes y pasajeros, nadie quiso auxiliarlo ni permitir su atraque. Cuba lo hizo y con el tiempo, han fijado en la isla su puerto base para el Caribe.

El Reino Unido es visto con buenos ojos desde la mayor de las Antillas. No existen mayores elementos para una discordia entre gobiernos y mucho menos entre ambos pueblos. Lo confirman la visita del presidente Díaz-Canel a Londres en el 2018 y la correspondiente al príncipe Carlos a Cuba un año después. No hablaremos inglés, pero nos entendemos. Que tomen té; nosotros, café. Ellos, puntuales; nosotros, culpando al transporte y a cada rato preguntándonos “to be, or not to be”, cuestión válida para muchos pasajes en esta vida.

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Por el Malecón habanero ida y vuelta a Buckingham Palace

Aurelio Pedroso

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