Independentista borde

Joan Laporta, que funge con éxito como presidente del Barça, es independentista, condición a la cual tiene derecho. Faltaría más. Pero al mismo tiempo ese derecho lo ejerce a menudo en plan borde y más que borde faltón y eso es algo que, pienso yo, no se le puede admitir. Ya es dudoso que actúe correctamente aprovechando la plataforma deportiva que tiene para defender ideas políticas y quizás para promocionarse ante su incursión en la próxima carrera electoral catalana. Deporte y política son dos actividades que deberían discurrir claramente separadas. Pero el tal Laporta eso no lo entiende como tampoco entiende, según parece, que el club que preside tenga muchos seguidores que son cuando menos tan españolistas como él es independentista y con no menor derecho. Cuentan que hace unos días llegó incluso a telefonear al presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, para insultarle en plan grosero y bocazas por el simple hecho de que había publicado un artículo, modelo de buenas formas, pidiéndole que no confunda la gestión del Barça, en la que le reconocía que lo estaba haciendo bien, con su afán por conseguir que Cataluña se independice de España. Fernández Vara es un seguidor del Barça desde muy antiguo y entiende que no es de recibo confundir el apoyo deportivo de los socios como él con cuestiones de otra índole tan serias como es el secesionismo de una región. Pero esta opinión a Laporta, cuyo espíritu dialogante siempre estuvo bajo cero, sólo le merece insultos hacia quienes la defienden y lo menos que le propició en su conversación con el presidente de Extremadura fue llamarle “barcelonista de mierda” e imbécil. Imbécil se lo repitió un montón de veces, lo cual hace pensar que además de borde y faltón, el mandamás del Barça debe creerse -como de hecho suelen creerse muchos nacionalistas convencidos de la superioridad de su rh- un ciudadano diferente, ungido por Dios para ejercer la defensa de la superioridad de su raza, condición e inteligencia. Pobrezuelo…