Cayetana de Alba es la descendiente más directa o menos indirecta de la dinastía de los Estuardo que reinó en Escocia en los años en que fue independiente. Los escoceses están dale que te pego a su proyecto de independencia y en el debate les ha pasado inadvertido que de mantener la tradición monárquica que justifica sus deseos secesionistas, la persona más apropiada para colocarse la corona del viejo/nuevo Reino en la cabeza sería… Cayetana de Alba, nuestra duquesa de referencia. Ha sido la prensa de Londres, concretamente el Daily Express, quien ha levantado, bien es verdad que en un tono pelín sensacionalista, el tema que desde hace unos días no para de dar qué hablar.
La duquesa de Alba es muchas cosas importantes, como la aristócrata que más títulos de nobleza acumula, seguramente ni ella misma se acuerda de la mitad: cinco ducados, dieciocho marquesados, veinte condados… catorce veces, en fin, Grande de España. Pero además, es la descendiente más directa o menos indirecta de la dinastía de los Estuardo que reinó en Escocia en los años en que fue independiente, es decir, entre 1371 y 1603. Ya llovió, sí, pera la sangre azul no parece haber cambiado ni de venas ni de arterias.
Es decir, que si los escoceses quieren seguir teniendo una Reina a la cabeza para no ser menos que sus vecinos del sur, y compartirla con el resto del actual Reino Unido no les interesa, porque entonces la independencia parecería una broma, lo más lógico es que llamen al palacio de Liria, pregunten por la señora Duquesa, y la inviten a volar a Edimburgo y subirse al Trono de sus antepasados. Según los expertos en cuestiones dinásticas, sólo podría cuestionar su entronización su pariente Franz, el duque de Baviera, pero a sus 81 años ya ha manifestado que no tiene interés.
Cayetana anda por los 87 pero basta leer las revistas del corazón para percatarse de que para ella no hay calendario ni década más o menos que se le ponga delante. Además, aporta dos ventajas: una la de tener un consorte joven y con aspecto de circunstancias que no desentona, y otra, que es una mujer que goza del privilegio de no tener que hacerle la reverencia reglamentaria a la Reina Isabel II si un día coinciden. Así, Escocia descartaría cualquier sumisión a la soberana del país del que quiere desgajarse.
