Granados entre botones

Granados entre botones

La cuenta en Suiza que no ha sabido explicar se lo lleva por delante como político aunque ya se lo había llevado antes la realidad que le colocó en el Senado. Siempre ha tenido Francisco, (Paco), Granados un tono cheli al hablar que en el entorno del grupo del PP en la Asamblea de Madrid divertía mucho. Era coger la palabra en el pleno y enseguida le salía un “mire usté”, “pos vaya”, o “ajo y agua, señoría”. Un habla tan cheli que daban ganas de poner un foso con unos músicos y que aquello se convirtiera en una zarzuela como las del maestro Ruperto Chapí.Granados fue todopoderoso hombre de confianza de Esperanza Aguirre, nombrado secretario general del partido en Madrid, a la vez que ejercía de consejero triple: Presidencia, Justicia e Interior, de hecho heredó las competencias del descalabrado Alfredo Prada. Y de ahí pasó al ostracismo del cementerio de los agradecidos que es el Senado, cámara útil sólo para recoger viejas glorias convertidas en jarrones chinos. Aguirre perdió la confianza en su hombre fuerte porque al parecer le cogió cariño a filtrar datos a la prensa afín.La cuenta en Suiza que no ha sabido explicar se lo lleva por delante como político aunque en realidad ya se lo había llevado antes la realidad que le colocó en el primer anfiteatro del Senado; al menos Bárcenas estuvo en el patio de butacas. De repente se ha dado cuenta de que un día por otro y lleva dos años apretando un botón, (ya no quedan políticos agradecidos como antes que se mostraban sumisos y felices porque gracias a su labor de mecánico aprieta-botones podían llevar a casa un sueldecito y presumir entre los amigos de ser todo un senador). Y ese “de repente” unido al cabreo que tiene con él Esperanza Aguirre le ha llevado a dejar el acta, que no dimitir, en el Senado y en la Asamblea de Madrid.Granados se marcha por lo del botón pero señalando a la Puerta del Sol como generadora de noticias en su contra, al fin uno de los dos protagonistas reconoce la guerra fría, el otro es el presidente Ignacio González. Se marcha con el récord de haber tenido cuenta en Suiza sin que se enterase el partido, o su “jefa”; otro político mas de corazón español pero cartera en el extranjero.Todo se podría contar con música de Zarzuela, un relato de pelea interna entre hermanos, por cierto la primera obra de don Ruperto fue “Abel y Caín”, tuvo poco éxito porque a la crítica de entonces le faltaba la información que tenemos ahora.

La cuenta en Suiza que no ha sabido explicar se lo lleva por delante como político aunque ya se lo había llevado antes la realidad que le colocó en el Senado. Siempre ha tenido Francisco, (Paco), Granados un tono cheli al hablar que en el entorno del grupo del PP en la Asamblea de Madrid divertía mucho. Era coger la palabra en el pleno y enseguida le salía un “mire usté”, “pos vaya”, o “ajo y agua, señoría”. Un habla tan cheli que daban ganas de poner un foso con unos músicos y que aquello se convirtiera en una zarzuela como las del maestro Ruperto Chapí.

Granados fue todopoderoso hombre de confianza de Esperanza Aguirre, nombrado secretario general del partido en Madrid, a la vez que ejercía de consejero triple: Presidencia, Justicia e Interior, de hecho heredó las competencias del descalabrado Alfredo Prada. Y de ahí pasó al ostracismo del cementerio de los agradecidos que es el Senado, cámara útil sólo para recoger viejas glorias convertidas en jarrones chinos. Aguirre perdió la confianza en su hombre fuerte porque al parecer le cogió cariño a filtrar datos a la prensa afín.

La cuenta en Suiza que no ha sabido explicar se lo lleva por delante como político aunque en realidad ya se lo había llevado antes la realidad que le colocó en el primer anfiteatro del Senado; al menos Bárcenas estuvo en el patio de butacas. De repente se ha dado cuenta de que un día por otro y lleva dos años apretando un botón, (ya no quedan políticos agradecidos como antes que se mostraban sumisos y felices porque gracias a su labor de mecánico aprieta-botones podían llevar a casa un sueldecito y presumir entre los amigos de ser todo un senador). Y ese “de repente” unido al cabreo que tiene con él Esperanza Aguirre le ha llevado a dejar el acta, que no dimitir, en el Senado y en la Asamblea de Madrid.

Granados se marcha por lo del botón pero señalando a la Puerta del Sol como generadora de noticias en su contra, al fin uno de los dos protagonistas reconoce la guerra fría, el otro es el presidente Ignacio González. Se marcha con el récord de haber tenido cuenta en Suiza sin que se enterase el partido, o su “jefa”; otro político mas de corazón español pero cartera en el extranjero.
Todo se podría contar con música de Zarzuela, un relato de pelea interna entre hermanos, por cierto la primera obra de don Ruperto fue “Abel y Caín”, tuvo poco éxito porque a la crítica de entonces le faltaba la información que tenemos ahora.

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