El Círculo de Bellas Artes, promotor y catalizador de tantas iniciativas dignas de encomio, se ahoga en su penuria presupuestaria. La Cultura lleva tiempo que no gana para sustos. Unas veces es el IVA, que la persigue con verdadera saña, otras el desprecio de algunos que tendrían la obligación de fomentarla y la desdeñan. En Madrid, que tendría que ser y de hecho era el centro cultural por excelencia de nuestro país, la Cultura se ha convertido en el pararrayos de las restricciones y recortes que propicia la crisis económica. Mal que bien otras actividades van resistiendo – el fútbol y sus fichajes obscenos sin ir más lejos – pero la cultura, con mayúscula o con minúscula, aguanta todos los palos que la condenan a la decrepitud.
El Círculo de Bellas Artes, promotor y catalizador de tantas iniciativas dignas de encomio, se ahoga en su penuria presupuestaria y en silencio que acoge sus gritos de socorro. Los cines no resisten la presión fiscal que les ahoga y deja sin clientes lo mismo que los teatros, particularmente los públicos sobre los que pesa la amenaza del vendaval privatizador que no cesa y el acoso financiero a que se están viendo sometidos. Estamos en vísperas de inaugurar diciembre y cuando sólo falta un mes para que comience 2014 los teatros municipales aún no tienen presupuesto, ni por supuesto programación, para el año próximo.
La Cultura, tan amenazada por tantas estocadas de muerte, es fundamental para una sociedad y en la nuestra lejos de cuidarla se la desdeña de una forma verdaderamente irresponsable. Todo lo que se invierte en cultura parece que se despilfarra o se contempla apenas como una aportación para frenar la influencia que los artistas puedan ejercer en la opinión pública. La crisis a que está siendo sometida la Cultura se suma a la que enfrenta la educación en sus diferentes niveles y sus consecuencias futuras pasan inadvertidas, quizás porque demorará un tiempo en que empiecen a manifestarse en deterioro de las inquietudes humanas y su capacidad para encontrar recursos más variados para la realización personal. .
