El abrigo de piel que lució la alcaldesa mientras supervisaba el arranque de los trabajos de Tragsa durante la huelga de limpieza no pasó inadvertido. Fue muy comentado el hecho de que la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, supervisara de madrugada desde el Centro Integrado de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid (CISEM) y en la calle el despliegue de la empresa pública Tragsa, a la que ha encomendó el cumplimiento de los servicios mínimos de la huelga de limpieza viaria y de jardinería.
Pero la regidora no consiguió con su gesto mejorar la imagen de su gestión del conflicto, ya que de lo que más hablaron ‘las lenguas viperinas de la Villa y Corte no fue de que la regidora trasnochara, y estuviera a las cuatro de la mañana al pie del cañón, sino del atuendo que eligió para la ocasión.
Botella lució un abrigo de piel que no pasó inadvertido para los analistas políticos de la capital, que pusieron de manifiesto lo mal asesorada que está la alcaldesa y explicaron, aunque en voz baja, que lo que ocurre no es que no tenga un buen equipo de asesores sino que la esposa de José María Aznar no se deja aconsejar y que este característica de su carácter, la prepotencia, ha quedado demostrada en las dos graves crisis que ha sufrido su gobierno tanto en esta huelga, que ha durado 13 días, como cuando ocurrió la tragedia del Madrid Arena.
Hay que recordar la controversia que provocó que Botella no cambiara sus planes del Puente de Todos los Santos y que volviera al una spa de cinco estrellas spa en Portugal horas después de la avalancha que provocó la muerte de cinco jóvenes en una macrofiesta de Halloween.
