Vencedores y vencidos

Detrás de la cortina

Vencedores y vencidos

Rafael Alba, periodista

Cada vez parece más evidente que la crisis económica que ha devastado España va a servir para establecer una frontera impenetrable que separará a unas clases sociales de otras. Que va a haber vencedores y vencidos, cuando por fin algún día se encuentre la famosa salida del túnel.

Tras la presentación en sociedad de la última reforma de las pensiones, muchos expertos lo tiene meridianamente claro. La combinación de este esquema pensado para recortar en hasta 33.000 millones el dinero que recibirán los jubilados con derecho a prestación en la próxima década, con la reforma laboral que ha devaluado los salarios y precarizado el trabajo, es una estrategia evidente para aumentar las desigualdades sociales, aumentar el poder de decisión de los económicamente poderosos y abrir nuevas vías de negocio a ese grupo de empresarios privados que se mueve con soltura y poderío por los pasillos del poder.

Hay un par de clavos más en el ataúd que se le fabrica con esmero a la justicia social. Son los recortes en sanidad y educación que destruirán para siempre la igualdad de oportunidades y el total desprecio a la cultura, considerada como derecho público y herramienta para aumentar la consciencia de las poblaciones. Eso se sustituye por el viejo ‘pan y circo’ de toda la vida, que no puede subsistir sin el complemento del ‘gratis total’ y por el ocio pensado para las élites, no precisamente cultivadas casi nunca, que sufragarán los patrocinadores privados.

Lo peor de todo esto, sin embargo, es que la población afectada de verdad por el efecto de las medidas que se están tomando contra ella, parece no haber percibido todavía que no se trata de algo temporal. Sus actuales penurias no terminarán cuando llegué ese lejano día en que la economía española vuelva a crecer. Seguro que en algún momento vuelve a subir la renta nacional y hasta el PIB per capita, pero esas mejoras no llegaran a esos ciudadanos, jubilados y activos, a quienes las reformas de las que hablábamos antes pretenden condenar para siempre a un gueto económico.

Y, mientras, al otro lado de la línea, los beneficiarios de todo esto, parecen seguir a lo suyo, sin darse cuenta de que, contra lo que pudieran pensar, va a ser imposible que completen el plan previsto sin mayores sobresaltos. No se puede legislar una y otra vez en contra de toda la población sin que al final pase algo.

Más información