Me da a mí la impresión, habiendo seguido por encima la trayectoria del señor presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, de que este hombre se está cubriendo de gloria: que si el apartamento de su señora en Marbella, que si la ley antitabaco y Eurovegas, que si los concursos de privatización de la sanidad madrileña y las indemnizaciones que no existen…
La verdad es que el hombre es un filón para cualquier periódico, oigan. La razón mi jefe la tiene muy clara: resulta que, para este hombre, la ley es algo que les pasa a los demás y que a él no le afecta, una menudencia. Lo que viene siendo que se la pasa por el arco del triunfo.
Dice el señor que me paga el sueldo que no puede uno alegar que la Justicia interfiere en un proceso concursal, porque eso significa una de dos: que se han convocado dichos concursos al margen de la ley o que directamente se es un corrupto.
La ley está para cumplirla. Y si a uno no le conviene, siempre le queda seguir los cauces parlamentarios adecuados para tratar de modificarla antes de llevar a cabo proyecto alguno. No después. Y eso, además, sin que del inversor hayamos visto ni un mísero euro. Aunque claro, el personaje es lo que es y da para lo que da, qué otra cosa podríamos esperar.
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