Mi jefe de otras cosas puede entender más o menos, pero lo que es de Cuba entender, lo que se dice entender, entiende bastante tirando a mucho. Y claro, tras la última aparición estelar de Ángel Carromero en las páginas de El Mundo hablando de lo que allí aconteció, no podíamos dejar de preguntarle por el asunto.
Según mi jefe, Carromero es un ‘pobre’ (las comillas van porque ha reconocido ganar 2.300 euros al mes) chaval dirigido por Esperanza Aguirre, a quien parece que no se le ocurre otra cosa que endiñarle misiones suicidas como la de ir a Cuba a reunirse con Oswaldo Payá, que por lo visto tampoco pintaba demasiado, con la intención de hacer política contra el régimen teniendo un maldito visado de turista. ¿Eso es porque los cubanos son malvados dictadores? Bueno, que acuda un turista a EEUU y se involucre en según qué ambientes, que ya verá lo que le pasa.
En cualquier caso, a esas ideas de bombero procedentes «de arriba» hay que añadir el toque propio del chaval de las Nuevas Generaciones: ponerse a conducir a 100 kilómetros por hora en una camino de cabras. Porque mi jefe dice que aunque Carromero se haya quedado sin puntos por el desafortunado hecho de aparcar mal la bicicleta en tres o cuatro ocasiones y sea, en realidad, el conductor estrella que la escudería Ferrari está buscando de cara al próximo mundial, en esa carretera no se puede poner uno a 100 kilómetros por hora. O no siempre y cuando uno quiera alcanzar el punto de destino.
En definitiva, que estaba el hombre alucinando con el chaval y con los que se dedican a mandarle por esos mundos de Dios a hacer el tonto. No obstante, y gracias a la aportación de uno de nuestros fieles lectores, hemos podido sacarle de su estupor preguntándole por la venta del Washington Post. Entonces se ha deprimido. «Si el Post vale lo que han pagado por él, los grandes medios escritos españoles valen lo que nos imaginamos que valen: nada tendiendo a menos». Una mala noticia, sin duda, tanto para la sociedad como para los que nos queremos ganar la vida en este gremio.
