Alcorcón, colonia de Las Vegas

Opinión

Alcorcón, colonia de Las Vegas

Sheldon Adelson se propone desembarcar en España para mandar y ordenar. Tiene experiencia de tratar con mafiosos en los Estados Unidos y de amañar contubernios. Si finalmente consigue créditos y dinero para sus proyectos en España, que aún está por ver, convertirá Alcorcón en una colonia de Las Vegas. Nada será igual después en la simpática villa madrileña. Ya ni siquiera hará falta que los vecinos voten en las elecciones municipales porque el alcalde con mando en plaza será el virrey que Adelson designe.

Todavía Adelson no ha gastado un dólar en este país, todavía no se ha comprometido formalmente a nada que carezca de vuelta atrás, y ya se permite dar instrucciones con su proverbial prepotencia sobre lo que le convendrá a su negocio. Para empezar, reducir la competencia y que el Estado español, que todos menos él consideramos soberano, limite el juego online, algo que está de moda y que hasta ahora, que se sepa, y a diferencia de los casinos, no crea mayores problemas sociales.

Pero el magnate del vicio en los Estados Unidos no es al alcalde de Alcorcón a quien se propone tutelar y mangonear en beneficio propio. Ni siquiera se conforma con tener a su servicio al presidente de la Comunidad de Madrid que, antes de prometer ni negociar nada con Adelson debería preguntar si en los Estados Unidos permitirían un casino, como Eurovegas, cerca de Washington o de cualquier capital administrativa de uno de los Estados donde se toman las decisiones y se administran las haciendas públicas.

No, Adelson trata con Rajoy – quizás se olvida de que ni Rajoy ni el PP van a gobernar siempre – y le plantea exigencia tras exigencia. Una, ya manoseada, afecta a nuestra salud. Pretende que se modifique la Ley que limita de una manera muy drástica fumar en espacios públicos, como si esto fuese una república bananera donde el Parlamento es una timba. La prohibición de fumar existe en todos los países de Europa, por algo será, y en los propios Estados Unidos. Pero en la inmensa mayor parte, a demandas tan impertinentes y tan insensatas ni siquiera se las escucha.

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