Portugal ha salido a los mercados esta semana por primera vez en dos años. La subasta no ha sido como para tirar cohetes pero tampoco se puede decir que éstos permanezcan cerrados. Por otra parte, la prima de riesgo lusa ha descendido más de 40 puntos básicos en diez días. Y sin embargo, el país sufre un paro histórico y el crecimiento económico va a tardar más de la cuenta. ¿Cómo se explica esto?
Bueno, mi jefe ha dicho que la explicación se encuentra haciéndose otra pregunta: ¿qué demonios son los mercados? Tirando del hilo llegamos a un grupo de ciudadanos y ciudadanos que lo único que buscan es ganar dinero. ¿Qué problema hay con esto? Ninguno. Pero entonces tampoco resulta tan descabellado pensar que, ya que los mercados no son racionales o, mejor dicho, ya que responden a una racionalidad muy concreta, reducida y personal, hay que ir aprobando de una vez por todas una regulación que permita supervisar su trayectoria.
Y a eso se resume todo: más supervisión. Y una supervisión global. Para que cuando pasen cosas como la mencionada se estudien los motivos y se vea si alguien, siguiendo las normas o sin seguirlas, se está pasando de frenada.










