La Armada, que también sufre restricciones presupuestarias, necesita hacer caja y para conseguirlo se propone sacar a subasta unos cuantos buques que tiene fuera de uso y sólo le sirven de estorbo en sus bases. Así, además de conseguir algún dinero extra en la puja, poco la verdad, pero menos da Montoro, se ahorrará el coste de la otra alternativa, que es achatarramiento de unas unidades a punto de quedar oxidadas. El saldo marino que se anticipa sorprende por lo curioso y sobre todo porque pondrá al alcance de chequeras sin condición millonaria, el orgullo o la vanidad de ser propietario de un barco con nombre y tradición militar.
Ya se puede anticipar que habrá unidades de renombre que saldrán a precio de automóvil y no necesariamente de automóvil de gama alta. Todavía no está toda la oferta cerrada pero por ahora lo más caro que saldrá al mercado, según consta en el Boletín Oficial del Estado, será el buque de desembarco Hernán Cortés, por un precio de 240.000 euros. Luego las pujas quizás lo aumenten, ya se verá. Pero en la subasta habrá también ofertas más asequibles, como la del patrullero Groso, que estará al alcance a partir de los 27.541. Una ganga sólo que un poco grandote para exhibirlo en el jardín del adosado de la playa, como si se tratase de una lancha de pescador de bajura.
Hasta un submarino, evidentemente no nuclear ni el prototipo de Isaac Peral, el Marsopa, ya fuera de servicio, que se pondrá a la venta por una cantidad asequible a coleccionistas o caprichosos con posibles: 68.000 euros. Ahí es nada, poder luego presumir de ser propietario de un submarino, aunque no se sepa ni nadar ni por supuesto, qué hacer con él después de comprobar que no cabe en el garaje.
