Puede ser cierto o falso, pero en las mejores mesas y manteles de Madrid algunos advenedizos lo dan por seguro. Y con cierto éxito de público. Reformar, reformar, el Gobierno de Rajoy no va a reformar nada. Más bien todo lo contrario.
El argumento, ni contrastado ni, acaso, creíble es que se trata de un grupo conformado por altos funcionarios y burócratas variados de ‘oficios’ que combinan lo mejor de lo privado con la seguridad de lo público. Y muy propios para entrar y salir por la puerta giratoria entre un sector y otro.
Estos diletantes recuerda que el propio presidente del Gobierno de registrador, lo que quizá pueda inquietar un poco al notariado, pero poco más. Luego hay montones de abogados del Estado, entre los titulares y los incorporados, o políticos profesionales, buenos imitadores Esperanza Aguirre, que, sin embargo, conservan su puestecito en el Ministerio gracias a la correspondiente excedencia.
Así que, según estos malhablados, famosos por sus lenguas viperinas, Reformas, ¿No, gracias? Una buena excedencia y a volver justo lo justo para pillar la pensión máxima, según el periodo de cómputo que quede establecido tras la ‘tabarra’ de Merkel.
Despidos para los laborales y rebajitas de sueldo para los compañeros con ‘oposiciones’ menos complicadas que las que aprobaron ellos. Que se conviertan en emprendedores si les parece bien.
