Ha salido una agencia de calificación independiente, llamada Egan-Jones, a decir que el sistema bancario alemán está lleno de estiércol, con mención especial para el Deutsche Bank. Nada nuevo bajo el sol, pues este periódico lleva sosteniendo esa tesis desde hace unos cuantos años. Tesis que además comparte gente bastante más importante que nosotros, como el periodista y ex broker Michael Lewis.
La pregunta es: ¿y entonces qué sucede? Bueno, mi jefe no tiene mucha fe en la capacidad de los alemanes para distanciarse un poco de su problema y echar un vistazo general a la situación. Seguirán erre que erre, exprimiendo a Europa para ganar tiempo, hasta que todo se vaya a tomar por el saco. O hasta que llegue un nuevo Bretton Woods.
Mi jefe es optimista al respecto. Cree que un nuevo acuerdo global en materia económica, financiera y fiscal tiene que llegar en algún momento. Lo que no sabe es cuándo. Pero que llegar, llegará. Porque los alemanes no van a solucionar nada. Nunca han solucionado nada, en realidad. Y no van a aprender a hacerlo ahora. En estos teutones cabezones hay que confiar lo justo y necesario.










