Las autoridades madrileñas, que no parecen escarmentadas por los escándalos y secuelas que encadena la Gürtel, están la mar de contentas por el acuerdo que han conseguido con el magnate del dinero fácil Sheldon Adelson para instalar en Alcorcón, a treinta kilómetros de la Puerta del Sol, la gran ciudad del juego y demás derivados que responderá al nombre de Eurovegas. Es decir, que además de capital del Reino, Madrid va a convertirse en capital del vicio o de la golfería si se prefiere.
Teníamos pocos juegos de azar en nuestro país, además de casinos, garitos, máquinas tragaperras e iniciativas para apostar para que vengan los norteamericanos a multiplicar la oferta de corruptelas múltiples y todas perversas. ¡Qué le vamos a hacer! Lo más indignante para los ciudadanos sensatos es que el cambalache se nos ofrezca como una gran conquista social, como un elixir contra el desempleo que agobia a la Comunidad, como el remedio para tantos males que nos aquejan.
Mientras nos abren la oferta al juego, la prostitución variada que genera y demás males que un complejo así lleva implícitos, las autoridades madrileñas privatizan la sanidad y reducen el presupuesto para educación. Madrid es la comunidad autónoma que más está recortando el gasto por alumno lo cual anticipa que será la comunidad quizás con más hábiles y entrenados crupieres y más mandantes adictos al azar pero también la que ponga al servicio de la colectividad unas universidades más desarboladas, a menos científicos, a menos intelectuales capaces de opinar en libertad y a menos trabajadores especializados en sus oficios.
