Para ahorrar en salud y abaratar el gasto en medicamentos algunos políticos se pasan el día estrujándose la sesera sin demasiado éxito. Algunos, como Artur Mas e Ignacio González, que en esto Madrid y Barcelona no muestran rivalidad ni grandes diferencias, han inventado el euro por receta sin pararse a pensar que podía tratarse de una medida anticonstitucional. En otras comunidades también se divulgan argumentos propugnando que seamos más austeros cuando acudamos a las farmacias o a los médicos de guardia.
En Japón, cuya sociedad cada vez nos resulta menos digna de ser imitada, esto lo quiere arreglar el ministro del ramo financiero, un tal Taro Aso, de manera más resolutiva y pragmática. Con las cifras del gasto sanitario en la mano lamenta mucho que las cuentas se vayan desmandando y la solución que ve y propugna es que los viejos dejen de envejecer tanto tiempo y… ¡se mueran antes! Hay que joderse… Así, dejando de incordiarles a los médicos y dejando de consumir medicinas, contribuirán a mejorar las finanzas públicas.
Es decir, que a grandes males, grandes remedios. Para que la sanidad pública funcione, lo mejor, es que quienes más la necesitan no incordien y se larguen de este mundo cuanto antes. Lo curioso es que el tal Taro Aso sigue controlando con sus ojitos rasgados las cuentas tal y como si sus sugerencias fuesen algo normal y aceptable con una sonrisa por los afectados. Japón nos queda a trasmano pero no consta, porque las agencias de prensa lo hubiesen recogido, que millares y millares de ancianos se hayan manifestado ya ante el Ministerio pidiendo que el Emperador, el Presidente, el Parlamento o quien sea le haya mandado a casa a hacer puñetas mientras envejece en paz. Ellos, los ancianos nipones, como todos los seres humanos, tienen derecho a vivir mucho e imagino que, a diferencia de lo que pretende el ministro, no quieren ser descabellados antes de que les llegue su hora.
