Pues ya tiene trabajo el Fiscal para separar lo que eran cuentas privadas de fondos del partido, a un evasor de divisas de un contumaz viajero, a un turista en Suiza de un admirador de Heidi, a un tipo de derechas de un amante de las montañas nevadas, y a un hombre de finanzas de un chorizo con corbata. Parece que sobre Bárcenas no estaba todo pre-escrito y esta vez no cuenta con el apoyo de Génova porque se las va a tener que apañar solito; la tesis oficial es que lo evadido es cosa suya y que dé explicaciones ante el juez.
El episodio de LB pone en evidencia que cuando las cosas van mal la mano izquierda no quiere saber lo que hace la mano derecha, es difícil creer que Bárcenas amasó esa fortuna reuniendo monedas sueltas y billetes pequeños, más bien parece que estamos ante una manera de financiación irregular y ante su posterior “porciento”. Una vez sentenciado el caso Pallerols no hay partido político que quede a salvo de la sospecha o de que le caiga encima una condena ejemplar que no se lava pactando el pago de una multa.
Gurtel vuelve y rebota como un muñeco de goma ante la sede del PP. Visto el daño que pueden hacer algunos personajes del pasado, (Rajoy tuvo claro que no le gustaba el contable y de las primeras instrucciones que le dio a Cospedal fue que lo quitara de en medio), lo peor que podrían hacer es entrar en silencio administrativo. Si en el PP tienen alguna sospecha de LB deberían llevarla ante el juez y airear que nada tienen que ver con aquella manera de ajustar balances que hubo en el partido. No hace veinticuatro horas que Esperanza Aguirre pidió trasparencia en los cargos públicos, pues esta es una buena ocasión para demostrarlo. Es más, cuando han querido lo han hecho, que se lo digan a Romero de Tejada que fue catapultado como secretario general del partido en Madrid en cuánto se supo que fotocopias MIC le pagaban la Seguridad Social.
Bárcenas es el grano que vuelve porque nunca se limpió bien y la sombra de la sospecha afecta de nuevo al PP, los gurtelianos gozan de extraordinaria salud. Es un incorrupto a tenor de todo lo que ha aguantado sin que se le cayera la gomina.
Bárcenas como Camps es de los que piensa que “quedan dos o tres escaloncitos de nada y ya se habrá acabado todo”. Ya, pero a veces quien te juzga no es del partido y no le debe favores a nadie; ya es mala suerte, tanto como resultar corneado por una vaca suiza mansurrona que tenía un mal día.
