El FMI ha publicado un informe en el cual se dice que se han pasado de listos. Ellos hablan en pasado, como reconociendo el error cometido y diciendo que ya no lo harán más. Pero también dicen que Bruselas, Berlín y demás lo siguen cometiendo, en el sentido de que aún no han rectificado. ¿Y cuál sería ese error? Pues que la periferia europea, efectivamente, necesitaba unas cuantas bofetadas. Pero que no tantas, hombre. Y no de forma tan intensa.
Mi jefe ha dicho que está muy bien que el FMI actúe como forense para certificar la muerte de algunos países, como Grecia. O mejor dicho, la muerte de sus economías. Pero que tampoco estaría mal que, además de esculpir las lápidas de la gente, se dedicase a encontrar al asesino o a los asesinos. A los que han provocado, en definitiva, esas muertes. Sobre todo si no quieren acabar editando, los del Fondo, su propia esquela.
En cualquier caso, el tipo me ha dicho que tampoco es una gran noticia. En todo caso, es un gesto por su parte. Pero noticia no. Porque cualquier que observe con algo de cuidado los datos macroeconómicos comprenderá, sin necesidad de que el FMI se lo diga, que aquí, en esta serie de países entre los cuales se incluye el nuestro, las cosas se han hecho mal.
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