A veces parezco tonto. Pero tonto de remate. Otra bronca -aunque esta vez no muy severa- de mi jefe por preguntarle una cuestión que ya sabía yo que iba a conllevar el pertinente rapapolvo. ¿Pues no voy y le pregunto sobre la dimisión de Santiago Cervera y sus circunstancias?
Y claro, el hombre, que además está de viaje, me ha dicho que le pregunte a los del PP los motivos de su posición, ya que la ‘número dos’ del partido se ha negado a poner la mano en el fuego por el diputado tras ser detenido por un supuesto intento de chantaje económico al presidente de Caja Navarra.
En cualquier caso, en lo que coincide mi jefe conmigo y con los demás compañeros es en la novedad del asunto. Una dimisión. Entre la clase política española. Vaya, vaya, vaya. Menuda sorpresa, después del salvamento extraño y misterior de unas cuantas cabezas en los últimos meses. El cambio de tendencia debería ser motivo de interés nacional, sin duda.







