Desesperación. Ese parece ser el estado permanente de algunos viejos socialistas cuando se enfrentan a la particular y, al menos en su opinión, equivocada estrategia de oposición que siguen, un día sí y otro también, los actuales dirigentes de este partido centenario que encabeza Alfredo Pérez Rubalcaba.
Sentimiento que también les embarga cuando hablan del presunto sector crítico del partido, ese que representaría Carmen Chacón, a quién también atribuyen como preocupación única, el deseo de controlar el poder. Estos antiguos militantes y simpatizantes están seguros de que tanto unos como otros sólo prestan atención a la conservación de sus puestos y sólo elaboran estrategias para colocarse bien en las listas electorales. Si no, no se entienden, dicen, que pasen cosas, como lo que acaba de pasar con la negociación de las medidas urgentes para frenar los desahucios.
Creen estos estrategas políticos de salón que quizá nunca hayan tenido responsabilidades reales, o que ya han olvidado como actuaron cuando las tuvieron, que uno no se ‘encierra’ a solas con un Gobierno para buscar el acuerdo sobre un asunto de tanto impacto social y de resolución tan urgente sin tener la certeza de que el pacto va a producir un texto digno y que, de verdad, aborde el problema concreto con posibilidades de aportarle una solución. En caso contrario, lo lógico es exigir la presencia del resto de los grupos parlamentarios.
Aún así, una vez que se ha cometido el primer error, si la situación se complica y, en verdad, no hay modo de llegar a un entendimiento, es necesario explicar rápidamente, y con todo lujo de detalles, tanto los motivos de la discrepancia, como, y muy especialmente, la alternativa que uno tiene para solucionar la cuestión de la que se trataba. ¿Qué pasó? y, sobre todo, ¿qué es lo que plantea el principal partido de la oposición para solucionar la lacra que suponen los desahucios y aliviar el dolor de los ciudadanos sometidos a estos terribles procesos?
Nada se sabe de lo uno ni de lo otro, explican estos animales políticos desencantados con sus propios colores que empiezan a estar razonablemente seguros de que, excepto que se produzca un inesperado, y casi milagroso, cambio de rumbo, el PSOE va a perder más pronto que tarde su condición de principal referencia en el campo de la oposición de este país.
