No sé qué será peor si que Fernández-Díaz ignore lo que pasa en el caso de los niños de Córdoba, con el Códice Calixtino, con el informe médico del etarra Bolinaga… o que se empeñe en dar una rueda de prensa con unas explicaciones de aurora boreal. Al ministro del Interior no le acompaña ni el don de la prudencia, ni la capacidad de oratoria, ni un mínimo sentido de la ética, y si me apuran tampoco la voz que es de secundario de la película “Primera Plana” versión Billy Wilder, (tiene el mismo tono que el del alcaide de la prisión, palabra).
Desde los tiempos de Corcuera, que era hombre de verbo escaso y de patadas en la puerta, no se recordaba a un tipo tan gris y menos preparado para el cargo. La intervención del lunes para aclarar las investigaciones de Las Quemadillas han servido para enfrentar a sindicatos policiales y para que aparezcan los cuervos televisivos a montar una tertulia al calor de los rescoldos dejados por Bretón. El morbo da audiencia, esto tampoco es nuevo.
Este fin de semana veremos cómo se crea el turismo de tapia que consistirá en ir a la casa de los padres de Bretón a mirar desde el coche, o un autobús con guía y desde el que se emiten videos con las imágenes del padre entrando en el huerto. Y una empresa de parapente venderá vuelos a baja altura para colarse entre los árboles frutales y olisquear lo que queda de aquel horno en el que presuntamente quemaron los cuerpos de los dos niños. Veremos infinidad de programas especiales con tertulianos que se dicen expertos en huesos rotos y carne quemada, auténticos cuervos de la pradera que se limpian el colmillo con champán francés.
El espíritu de Puerto Hurraco vive y sigue siendo un negocio estupendo, cambiemos a los hermanos Izquierdo por la familia Bretón y tenemos como resultado este asco en el que algunos ven una oportunidad de negocio una vez se ha acabado la audiencia de los Juegos Olímpicos.






