La cosa va de esquelas

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La cosa va de esquelas

Mariano Rajoy ha vuelto a superarse a sí mismo. Parecía imposible. Complicadísimo. Pero nos ha sorprendido a todos este viernes y lo ha conseguido. Con España ocupando los titulares más destacados de la prensa financiera mundial, fruto de la brutal especulación que se está cebando con la zona del euro, el presidente del Gobierno ha decidido hacer las maletas e irse a Sanxenxo.Su comportamiento se debe a la tremenda solidez democrática que ostenta. Hace unos meses ganó con una mayoría absoluta aplastante. Tiene superávit en ese sentido. Y aunque está perdiendo bastante, aún tiene mucho margen de maniobra. De ahí la escapada a la playa. Eso le diferencia con Mario Monti. El primer ministro italiano, ubicado en el poder por no se sabe muy bien quién ni cómo, carece de su aval democrático. Y sin embargo se está ganando el sueldo bastante mejor que el gallego.No se trata ya de que la agenda de Rajoy sea secreta, como puede ser el caso de la agenda política de los hermanos Castro, por ejemplo. Nada que ver con eso. Se trata de que tiene que moverse. Tiene que buscar apoyos estratégicos. No puede basar su planteamiento en anunciar recortes semana sí, semana también y no aportar, al mismo tiempo, un horizonte medianamente claro para los ciudadanos españoles que aguantan los hachazos. Y ya ha quedado demostrado que si alguien puede dibujar ese horizonte, ese no es Rajoy.Por eso, en contra de lo que transmite su propia política -dejar correr el tiempo hasta que pase lo malo-, en su entorno más cercano ya se está preparando la esquela de Mariano. Que será publicada muy probablemente en el ABC, dado que La Razón se resiste.

Mariano Rajoy ha vuelto a superarse a sí mismo. Parecía imposible. Complicadísimo. Pero nos ha sorprendido a todos este viernes y lo ha conseguido. Con España ocupando los titulares más destacados de la prensa financiera mundial, fruto de la brutal especulación que se está cebando con la zona del euro, el presidente del Gobierno ha decidido hacer las maletas e irse a Sanxenxo.

Su comportamiento se debe a la tremenda solidez democrática que ostenta. Hace unos meses ganó con una mayoría absoluta aplastante. Tiene superávit en ese sentido. Y aunque está perdiendo bastante, aún tiene mucho margen de maniobra. De ahí la escapada a la playa. Eso le diferencia con Mario Monti. El primer ministro italiano, ubicado en el poder por no se sabe muy bien quién ni cómo, carece de su aval democrático. Y sin embargo se está ganando el sueldo bastante mejor que el gallego.

No se trata ya de que la agenda de Rajoy sea secreta, como puede ser el caso de la agenda política de los hermanos Castro, por ejemplo. Nada que ver con eso. Se trata de que tiene que moverse. Tiene que buscar apoyos estratégicos. No puede basar su planteamiento en anunciar recortes semana sí, semana también y no aportar, al mismo tiempo, un horizonte medianamente claro para los ciudadanos españoles que aguantan los hachazos. Y ya ha quedado demostrado que si alguien puede dibujar ese horizonte, ese no es Rajoy.

Por eso, en contra de lo que transmite su propia política -dejar correr el tiempo hasta que pase lo malo-, en su entorno más cercano ya se está preparando la esquela de Mariano. Que será publicada muy probablemente en el ABC, dado que La Razón se resiste.

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